Pirelli trae a Albert Park los mismos compuestos que el año pasado, es decir, el C2, C3 y C4, un abanico de gomas que ya se mostró aceptable durante el Gran Premio de Australia de 2019, circunstancia que, a priori, beneficia a los equipos que menos han evolucionado sus monoplazas de una temporada a otra pues, para ellos, los datos de hace doce meses deberían ser optimizables al 100% este fin de semana.
Lo comentamos en su día, la decisión de rechazar la gama 2020 ofrecía dos frentes. Por un lado suponía una reducción estimable de esfuerzos a la hora de entender los neumáticos en una sesión que no va a tener continuidad técnica en 2021 (se aplica la nueva normativa) y, de paso, facilitaba la reducción de jornadas en pretemporada. Por otro, este escenario de estabilidad ofrecía una segunda vuelta a las escuderías que no supieron o pudieron entender las gomas en su momento.
La montonera ya venía cargadita y revoltosa, que decía aquél, pero la decisión de la milanesa abre de par en par la posibilidad para que se barajen bien las cartas y disfrutemos (todavía más) en Melbourne de los habituales lances de mitad de parrilla para abajo.
Pero no todo podía ser de color de rosa. Las escuadras que han arriesgado con sus coches tienen todavía los deberes por hacer, y, en este sentido, como también mencionamos en su momento, Racing Point tiene ante sí una auténtica prueba de fuego en tierras australiana, ya que su capacidad de respuesta no es comparable a Mercedes AMG, Ferrari o Red Bull, y en el RP20 poco va a poder hacer con la información obtenida del RP19, ya que ambas son plataformas radicalmente distintas y las exigencias a las que va a tener que responder el monoplaza que conducen Stroll y Pérez durante 2020 son muy diferentes a las del año pasado —es más critico y va a depender mucho del comportamiento de sus ruedas...
Os leo.
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