A estas horas siempre sobran las palabras, aunque cabe decir que hoy más que nunca. Tras unas últimas vueltas interminables, bailadas agarrao a ritmo lento, Nakajima ha visto la bandera a cuadros como sólo se ve en la actualidad precisamente en Le Mans, con el Director de Carrera en la pista, ondeando la ajedrezada al paso de los coches.
Toyota le debía ésta a Kazuki, y Sébastien y Fernando se mostraban cómplices de la fiesta, en la cual, un coche del sol naciente cruzaba la meta de la prueba de Resistencia más brutal que existe con un piloto japonés al volante, un tipo, además al que la diosa Fortuna apuñaló con saña en 2016. En todo caso, Le Mans amortizaba hoy sus deudas, con Toyota y con el bueno de Naka, a quien, personalmente, debo que el Valencia Street Circuit me haya parecido siempre un gran circuito pésimamente promocionado.
Se pongan como se pongan los finos, ésta ha sido una bonita edición en la que se ha descubierto a un novato. Punto, y puntos supensivos si así lo queréis.
Tensión, pulso, incertidumbre. Las 24 Horas de Le Mans de este año nos han regalado todo lo que un aficionado considera imprescindible. Rebellion se suicidaba demasiado temprano y en GTE Pro, los de Ganassi se ponían pinos y respondones contra el EoT (Equivalence of Technology) porque los BMW habían salido muy beneficiados, aunque, a la postre, el más cachondo de todos ha resultado el Porsche RSR Pink pig, lo que sin duda debe significar algo que aún no entiendo pero que iremos descubriendo estos próximos días.
En lo mío todo esto ha vuelto a resultar un fracaso pero con alegría, con mucha alegría.
Sé que había por ahí quien insistía hasta anteayer en que escribo por adelantado para fardar después de que lo he hecho, y no miro a nadie; pero es que no, y por cuarta vez ha vuelto a ser que no. Recuperaré el terreno perdido porque a los que no son friquies ni Billy Elliots, les viene bien cómo enfoco este tipo de eventos y las explicaciones que doy en la medida de mis reducidas posibilidades.
Crear es mucho más jodido que destruir. Si fuese en contrario existirían más sitios como Nürbu, pero no los hay. Así que aquí estamos, admitiendo que no hemos logrado lo que pretendía pero con una sonrisa de oreja a oreja porque como en el cuento: lo importante era participar.
La de este año ha sido una buena edición, repito. Quitando chorradas y memeces, ha estado bien incluso que por falta de rivales Toyota haya permitido pelear en pista a sus dos tripulaciones. También ha estado supremo ese error provocado por el cansacio a lomos de Kobayashi, y si hay quien no lo entiende a estas horas mejor que se compre un juguete hinchable de esos que producen regustito.
Le Mans es Le Mans. O la vences tú o la carrera te vence a ti, y llevamos meses con este tema. Como comprenderéis, no hay mucho espacio para la retórica.
Alonso reduce distancia para conseguir su Triple Corona, pero lo importante es que nos ha regalado una prueba irrepetible, de esas que no olvidaremos fácilmente.
Toyota, Sébastien, Fernando, Kazuki. Al primero se le debe la ventaja inicial. Buemi se impuso en la tarde del sábado en Le Mans. Nakajima ha sido el broche. El japonés ha cometido algunos errores pero ha sabido llevar su coche hasta el final. El español ha interpretado a los grupos de intervención rápida de cualquier fuerza de choque... Ha estado bueno, no arruguéis el gesto, que se os nota.
Os leo.
Tensión, pulso, incertidumbre. Las 24 Horas de Le Mans de este año nos han regalado todo lo que un aficionado considera imprescindible. Rebellion se suicidaba demasiado temprano y en GTE Pro, los de Ganassi se ponían pinos y respondones contra el EoT (Equivalence of Technology) porque los BMW habían salido muy beneficiados, aunque, a la postre, el más cachondo de todos ha resultado el Porsche RSR Pink pig, lo que sin duda debe significar algo que aún no entiendo pero que iremos descubriendo estos próximos días.
En lo mío todo esto ha vuelto a resultar un fracaso pero con alegría, con mucha alegría.
Sé que había por ahí quien insistía hasta anteayer en que escribo por adelantado para fardar después de que lo he hecho, y no miro a nadie; pero es que no, y por cuarta vez ha vuelto a ser que no. Recuperaré el terreno perdido porque a los que no son friquies ni Billy Elliots, les viene bien cómo enfoco este tipo de eventos y las explicaciones que doy en la medida de mis reducidas posibilidades.
Crear es mucho más jodido que destruir. Si fuese en contrario existirían más sitios como Nürbu, pero no los hay. Así que aquí estamos, admitiendo que no hemos logrado lo que pretendía pero con una sonrisa de oreja a oreja porque como en el cuento: lo importante era participar.
La de este año ha sido una buena edición, repito. Quitando chorradas y memeces, ha estado bien incluso que por falta de rivales Toyota haya permitido pelear en pista a sus dos tripulaciones. También ha estado supremo ese error provocado por el cansacio a lomos de Kobayashi, y si hay quien no lo entiende a estas horas mejor que se compre un juguete hinchable de esos que producen regustito.
Le Mans es Le Mans. O la vences tú o la carrera te vence a ti, y llevamos meses con este tema. Como comprenderéis, no hay mucho espacio para la retórica.
Alonso reduce distancia para conseguir su Triple Corona, pero lo importante es que nos ha regalado una prueba irrepetible, de esas que no olvidaremos fácilmente.
Toyota, Sébastien, Fernando, Kazuki. Al primero se le debe la ventaja inicial. Buemi se impuso en la tarde del sábado en Le Mans. Nakajima ha sido el broche. El japonés ha cometido algunos errores pero ha sabido llevar su coche hasta el final. El español ha interpretado a los grupos de intervención rápida de cualquier fuerza de choque... Ha estado bueno, no arruguéis el gesto, que se os nota.
Os leo.
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