jueves, 21 de junio de 2018

Menos fútbol, más carreras...


Debo confesar que como superhéroe no sé ganarme la vida. Aquí estoy, finalizando junio, intentando por todos los medios mantener viva la llama de lo que queda de esta Fórmula 1, que de tan compleja que es resulta incluso simple como el mecanismo de un chupete, pero el Mundial de Fútbol ni me deja ni nos deja.

Hasta mediados del próximo mes lo tenemos francamente chungo, los superhéroes como yo y vosotros también. 

Luego dicen que la culpa de que no prosperemos como colectivo la tienen Lobato y sus secuaces, y el alonsismo, que no falte, pero la realidad se impone terca como una puñetera mula y el fútbol y sus gabelas nos hacen bailar al ritmo que toca, no al que queremos. Y los apasionados al motorsport, que mayoritariamente también lo son al deporte balompédico, se muestran ahora desleales con la niña de sus ojos porque son más listos, punto pelota.

Prosperar en redes sociales se ha convertido en un deporte de alto riesgo y puesto que los superhéroes no entendemos de riesgos, pues ahí que vamos, a contracorriente, intentando hablar de Fórmula 1, y así no hay Dios que prospere en el duro ejercicio de parecer sabio a todas horas, llevar la razón siempre, o tirar de Wikipedia a la velocidad del rayo para dar la sensación de que estuvimos allí o presenciamos esto o aquello.

No me quejo, entendedme. Bueno, sí me quejo, entendedme mejor. No hace mucho la gente se preguntaba qué sería de nosotros cuando Fernando Alonso cuelgue definitivamente los guantes y el casco, y la respuesta es obvia: veremos fútbol y le echaremos la culpa al entrenador o al árbitro, y seremos felices y comeremos perdices.

Los superhéroes y eso. Os leo.

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