miércoles, 24 de octubre de 2018

Red Bull atragantada


Si no me fallan las cuentas, Renault rehace su unidad de potencia para 2019, lo que nos pone en que vuelve a intentarlo por tercera vez en seis años.

La primera intentona se llevó a cabo en 2014. Nominalmente, la gala era una de las grandes candidatas a dominar la etapa híbrida que se estrenaba precisamente ese año, pero la cosa tenía más que ver con el runrún mediático sobre el nuevo amanecer de los turbo que jamás tuvo lugar, y aquello quedó como el rosario de la aurora. Al igual que le pasó a Ferrari —que siempre se había estado quejando de la excesiva importancia de la aerodinámica en detrimento de la mecánica y la ingeniería de motores—, en el momento en que la francesa pudo demostrar su excelencia todo se vino abajo como un puñetero castillo de naipes ante su soplo de brisa.

2014, 2015 y 2016 fueron malos años para Viry-Châtillon, y Renault se embarcó en una renovación aprovechando que la normativa 2017 permitía una refundación de los diseños de unidades de potencia. Pero a la vista está que tampoco ha resultado lo que se esperaba.

Intuyo que en 2019 sera radicalmente diferente, y no porque sepa que el propulsor va a dar en la tecla a la primera, sino porque esta próxima evolución se alumbrará lejos de la omnipresente sombra de Red Bull.

Hemos hablado mucho de todo esto en Nürbu, y también de la más que posible implicación en el desastre del ingeniero más exigente y afamado de la parrilla [Las exigencias de Adrian]. A mí me parece evidente que la convivencia entre Red Bull y Renault ha sido perniciosa para la segunda, y es por ello que me apetecía echar el ratito esta tarde relatando en modo secuencia de hechos lo que venía siendo un pifostio anunciado [¿Quién ha salvado a quién?], con el interés de que podamos entrever la miga del pan que nos están vendiendo.

Cyril Abiteboul se ha pasado casi media temporada reclamando a Milton Keynes una respuesta con respecto a 2019. Y bien, tras dilatar ad nauseam la respuesta, antes del Gran Premio de Francia la austriaca anunciaba que sería Honda quien propulsaría sus monoplazas el año que viene. 

A partir de aquí comienzan a ocurrir cosas, que diría don Mariano Rajoy: a primeros de agosto, apenas quince días después de que Horner hiciese el anuncio de alianza con la japonesa, Daniel Ricciardo comunica su paso a Enstone y el 14 de ese mismo mes, Alonso hace público que dejará la F1 a finales del corriente...

Parece claro que a aussie junior no le convence el tema de Honda ni tener que esperar dos años para obtener resultados. Y también parece evidente que a nuestro asturiano tampoco le convencen las expectativas para 2019. ¿Renault sabe en ese instante que debe parar máquinas...?

Es una pregunta que me he hecho muchas veces desde entonces. En el caso del australiano se podría decir que prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer, y en el del español, que no está dispuesto a desangrarse por más tiempo. Sea como fuere, Renault no es la misma desde Bélgica a esta parte y esto es un hecho. El tan ansiado nuevo MGU-K no ha supuesto la revolución prometida pero lo más significativo, para mí, es el perfil bajo que adopta la francesa. ¿Red Bull tenía en su mano la llave para impedir la evolución esperada en 2018...?

He tocado este tema muy de puntillas porque en realidad carezco de datos contrastados. Eso sí, siempre me he remitido a la diferencia de prestaciones de los coches azules con respecto a la escudería oficial de la francesa, o incluso los de Woking, apuntando a que Red Bull podía disponer de acceso al código fuente de las unidades de potencia del rombo y que podría modificarlo bajo el amparo de la franquicia TAG Heuer, pactada en el momento menos dulce de la convivencia entre Milton Keynes y Renault: 2015. 

Si fuese así, cosa que repito: desconozco, esto explicaría el plus que han mostrado los vehículos austriacos, pero nos metería en el espinoso tema de las patentes y la propiedad de las ideas.

Y es que con estas cosas de la alta tecnología, como en otras muchas, la gente tiene la fea costumbre de patentar sus logros para protegerlos, aunque esto otro nos aclararía por qué Renault ha dejado de evolucionar según el programa previsto (no quiere líos con su antiguo socio), por qué en apariencia ha parado máquinas (no puede avanzar sin meterse en follones de patentes), y por qué se propone empezar de nuevo en 2019, pues una nueva unidad de potencia supone un nuevo código fuente y mandar definitivamente a tomar por el saco a Marko & Company...

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé yo, pero Ricciardo tenía a Kimi muy a la mano. Pudo haber ganado este GP, tranquilamente.

Vamos, que hay que reconocerlo. El equipo de ingenieros de Redbull es de lo que no hay. Son unas máquinas. Con motor prestado, le meten un repaso al fabricante. Demasiado cerca de la punta, con varios caballos menos.