lunes, 15 de octubre de 2018

Antonio García


Tengo lo de la IMSA muy abandonadito este año, para qué os voy a engañar, y para colmo, en un acto de bellaquería totalmente imperdonable preferí descansar el sábado para poder meterme entre pecho y espalda las 6  Horas de Fuji con niveles tolerables de café en vena. Total, que me perdí Petit Le Mans, la carrera de cierre del IMSA WeatherTech SportsCar Championship, y con ello, la oportunidad de disfrutar de un nuevo triunfo en la categoría GTLM de Antonio García.

El madrileño es una de las piezas clave del automovilismo español de los últimos tiempos. Junto a Carlos Sáinz y Fernando Alonso forma parte de un trío de ases que si fuera inglés o alemán, o incluso francés, daría para que la afición mundial sintiera envidia de la buena. En realidad la sienten ahí fuera, pena que en España seamos profundamente gilipollas y ni nos enteremos de los que tenemos.

Tampoco pretendo descubriros el Mediterráneo, pero sí me apetece dejar escrito lo mal pagadora que es España con sus héroes, que por no tener, no tiene ni el coraje de dedicar una serie de sellos a nuestra historia en el automovilismo.

En fin, no me enredo. Marcel Fassler, Jan Magnussen (aita de Kevin) y Antoñito García, a bordo del Corvette C7.R número 3 del equipo oficial, defendían en el circuito Road Atlanta (Petit le Mans) sus opciones para cononarse como campeones de la categoría. La situación era cómoda, pero sólo aparentemente. La exigencia pasaba por terminar cuartos en su franja ya que su principal oponente debía arriesgar muchísimo más —Ford GT dorsal 67 de Ford Chip Ganassi Racing, conducido por Scott Dixon, Richard Westbrook y Ryan Briscoe.

La Motul Petit Le Mans va a 10 horas y como decía hace unas líneas, en principio la cosa pintaba sencilla: gestionar la carrera y poco más, y habiendo clasificado segundos en GTLM. El Corvette C7.R se ha mostrado bastante fiable durante la temporada y a priori no había nada que temer, pero a falta de dos horas y algo más de tres cuartos para el término de la prueba, después de una neutralización y con los neumáticos todavía fríos, García comete un error de esos que sólo cometen los grandes para que no se nos olvide que siguen siendo humanos. Total, el madrileño chafa el frontal del coche, vuelve a garajes y vuelta a empezar aunque la comodidad agonizaba en esos instantes, en alguno de los arcenes de Road Atlanta.

Lejos de amilanarse, García se pone en modo ataque. Las posibilidades pasaban porque el Ford GT #67 cediese terreno o abandonase, y como la Resistencia (incluso en su modalidad norteamericana) es así y así hay que quererla, sucede el milagro y el coche de Ganassi Racing acusa problemas y termina en quinta posición en la categoría GTLM, suficiente saldo como para que el Corvette dorsal número 3 se calzase el título aun acabando en octava posición...

La prueba la ganaba el Cadillac DPi (Konica Minolta Cadillac DPi-V.R) con Jordan Taylor, Ryan Hunter-Reay y Renger Van Der Zande en el habitáculo, y nuestros protagonistas consiguen el título correspondiente (GTLM), siendo reseñable que García y Magnussen lo hacen por segunda vez consecutiva ya que en 2017 también lo lograron.

No hay colección de sellos ni a mi modo de ver suficiente reconocimiento en nuestro país, pero Antonio García bien merecía hoy un espacio en Nürbu, que sé que me entendéis.

Os leo.

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