Vista la capacidad de Sebastian Vettel para continuar cometiendo errores —ocho en dieciocho carreras, según Giancarlo Minardi [Ha regalato per due anni il titolo a Hamilton]—, reconozco que se me dibuja una sonrisa en la cara recordando el pequeño incendio que originó en mis redes sociales este texto que escribí a primeros de mes en mi espacio de TercerEquipo...
Si no ocurre nada extraordinario, Hamilton practicamente caminará sobre alfombra roja hasta Abu Dhabi después del Gran Premio de Japón…
Su retorno en verano, tan efectivo como contundente, ha coincidido en el tiempo con uno de esos hundimientos que suelen azotar los muros de Maranello cuando las cosas no van bien en pista; y a falta de enemigo natural, obviamente, el de Tewin se ha crecido tanto que casi dan ganas de quitarse el sombrero de una vez por todas y hacer genuflexiones hasta cansarse.
Si no ocurre nada extraordinario, Hamilton practicamente caminará sobre alfombra roja hasta Abu Dhabi después del Gran Premio de Japón…
Su retorno en verano, tan efectivo como contundente, ha coincidido en el tiempo con uno de esos hundimientos que suelen azotar los muros de Maranello cuando las cosas no van bien en pista; y a falta de enemigo natural, obviamente, el de Tewin se ha crecido tanto que casi dan ganas de quitarse el sombrero de una vez por todas y hacer genuflexiones hasta cansarse.
Pero hay una cosa que me preocupa: sus cuatro últimos campeonatos —si es que finalmente consigue el quinto en 2018—, están marcados por la extrema debilidad de sus oponentes.
El de 2008 fue un tú a tú con Felipe Massa. Personalmente no me parece que sea un hecho para sacar pecho —disculpadme la cacofonía y el pareado—. Massa no es lo que se dice un gran piloto, aunque hubo pelea, que es a lo que vamos. Pero a partir de 2014, bien porque a Rosberg le cortaron las alas aquel año y el siguiente, 2015, bien porque como criada salió respondona en 2016 y luego se retiró antes que defender su corona, los éxitos de Hamilton durante esa etapa han quedado ciertamente empañados, como tuvo a bien explicar Tony Kanaan: «¿Qué vas a decir? El tío [nuestro protagonista] compitió en un Mundial de dos coches el año pasado y quedó segundo, no creo que pueda decir mucho.»
Y el caso es que con Vettel en escena el asunto tampoco ha mejorado. El Mundial a dos dentro de la misma escudería pasó a ser en 2017 un duelo entre dos primeras figuras de dos equipos distintos, aunque, a la postre, el resultado ha sido igual de tristón, si me permitís decirlo así.
Después de los sucesos de Bakú del año pasado, Sebastian encadenaba una serie de errores que coincidían con el enésimo desinfle de la rossa, situación que, a la postre, brindaba un camino de rosas para que Hamilton se hiciese con su cuarto entorchado practicamente sin oposición. Y por increíble que parezca, en 2018 ha vuelto a suceder: el de Heppenheim no ha estado muy fino cuando tenía todo de su parte, y esto ha acabado coincidiendo en el tiempo con una serie de terremotos que han asolado Maranello en edades recientes (fallecimiento de Sergio Marchionne, luchas de poder en el seno de la rossa, prisas por anunciar el fichaje de Charles Leclerc, binottistas contra arrivabenistas. Prisas, en definitiva), y Lewis vuelve a quedarse sin un rival ante el cual reivindicarse como pentacampeón del mundo —si es que al final lo consigue, claro.
El escenario parece idílico aunque lleve metralla en sus entrañas, ya que los títulos sin oposición real valen para el vulgo bastante menos que los conseguidos en pelea franca.
Hamilton adolece de facilidad. Bien porque a su compañero lo maniatan, como pudimos comprobar el fin de semana pasado en Sochi, bien porque su rival por el título le gusta fallar a la ruleta rusa más que a un tonto una tiza, la estela que está dejando a su paso es una imagen bastante blandita, que desde mi humilde punto de vista no se merece.
Hamilton vale quintales, no me cabe ninguna duda.
Estoy seguro de que ante una oposición fuerte se crecería hasta el punto de demostrar que hoy por hoy está subestimado. Pero la historia, nuestra historia, se escribe conforme a lo que hay, y el entorno actual que rodea a nuestro héroe resulta bastante mediocre, para qué vamos a engañarnos. A falta de Fernando Alonso queda Max Verstappen, pero el holandés no llegará antes de 2021. Existe posibilidad real de emular los números de Michael Schumacher, pero no sé en el momento de escribir estas líneas, si a Hamilton le saldra cuenta ser tan magnífico en tierra donde cualquier tuerto es rey.
Os leo.
2 comentarios:
¿QUIÉN ES EL REY?........ (en mi opinión personal)
El rey de la actual F1 es el miedo. Miedo a.....
- Perder la ventaja tecnológica que te hace superior a los demás.
- Que tu compañero de box te supere por apoyos torticeros internos.
- Que un loco al volante te arruine el gran premio.
- Que la prensa te trate mal sin conocer la verdad de tu situación.
- Que se yo, cualquier situación que no te favorezca, vete tú a a saber.....
Si cada una de las partes no supera este virus, me temo que la actual F1 será como hasta ahora un sitio donde una o dos escuderías luchan por el tesoro y las demás tienen que conformarse con las migajas. Y respecto a los pilotos, siempre habrá unos favorecidos frente a otros que deberán aceptar el rol que les digan.
Pero si de alguna manera se puede conseguir una mayor igualdad en la F1 a nivel de coche, los pilotos de cualquier escudería podría demostrar en un momento dado su valía sin tener que ponerle una vela al santo patrón para que se alineen los astros y te toque destacar.
Ya lo he expresado anteriormente, me gusta Hamilton pero sus victorias consecutivas en estos años se están viendo minimizadas por la falta de un contrincante a su altura con montura adecuada y Mercedes pierde parte de su crédito al luchar prácticamente sola temporada tras temporada porque en el fondo............... el miedo es el rey.
Un alonsista.
La historia es lo que es, y no lo que podría haber sido.
El campeonato de Lewis en 2008 es porque Ferrari lo perdió, y no porque McL lo ganó. Necesitaban "desteñir" a Kimi para que se vaya y llegue Fernando, pero Kimi aún tenía contrato y pidió dinero para irse (y mucho, dicho sea de paso). Hasta se dió el lujo de ser todo un caballero y ayudar a Felipe.
Los últimos cuatro fuero poco peleados. Lewis sigue siendo un gran piloto, por supuesto, pero Fernando también y no ha tenido oportunidades.
Inclusive el campeonato de Rosberg, ese que HAM no ganó, puede que haya conducido excelentemente bien. Fueron mas fallos mecánicos que errores de pilotaje.
Si me preguntas Lewis "mereció" menos el de 2008 que el 2016 que pierde frente a Rosberg, pero la historia es lo que es. Podemos especular qué habría pasado en aquella curva si Glock no se hubiera ido ancho. También podríamos hacer algo de aritmética con los fallos mecánicos del 2016. Pero al final de cuentas seguiremos con Lewis campeón en 2008 y sub-campeón en 2016.
Publicar un comentario