Reconozco que la cosa de nuestro deporte está bastante embarrada, tanto que no sabemos abandonar ciertas rutinas.
Hablar o escribir mal o bien sobre Fernando Alonso a todas horas es una de ellas. Otra, maldecir lo malita que está la Fórmula 1 después de Mónaco, olvidando lo mucho que nos divertía en Bakú o lo grandiosa que estaba resultando hasta entonces. Y la peor de todas: aludir constantemente a ese mantra perverso que nos insiste en que todo siempre es así, que es como una invitación a que sigamos con los brazos cruzados y molestemos lo justito.
Con el asunto de Ocon y las órdenes de Mercedes AMG en Montecarlo está sucediendo algo sumamente curioso. Por un lado, se ha tendido un pesado manto de silencio que impide que surja y fluya el debate. Y por otro, la insistencia en que esto siempre ha pasado y pasa acalla las voces rebeldes porque es un mensaje sencillito que tragan fácilmente los que no quieren pensar qué coño están consumiendo. Pero todo esto nos hace un daño tremendo como colectivo porque afecta a un valor que hace del deporte algo tan especial: la ética, el juego limpio.
Nos pongamos como nos pongamos, Mercedes AMG y Force India son dos equipos diferentes. El segundo mantiene una relación comercial con el primero, pero siguen siendo diferentes. En el de Silverstone trabaja un piloto cuya nómina la paga Brackley, pero ello no impide que Esteban Ocon sea un hombre de Force India mientras viste y defiende sus colores.
Hagamos un pequeño ejercicio. Imaginemos por un instante que Esteban es portero de fútbol y juega como cedido en el Force India FC. Su ficha y sueldo los paga el Mercedes AMG Balompié con la intención de que se foguee antes de volver al equipo. Pero un domingo de liga cualquiera, Brackley y Silverstone se enfrentan y en un momento del partido, el entrenador Toto Wolff da instrucciones al portero de la escuadra contraria, Ocon, para que se deje meter goles por el delantero Hamilton...
Básicamente esto es lo que sucedió durante el Gran Premio de Mónaco, y lo curioso no es que apenas se quiera hablar de ello, sino que hay especialistas y expertos del motor que poco menos lo están justificando.
A mí no me parece ni medio normal. Os leo.
2 comentarios:
Es, en efecto, una sinvergonzonería. Que deja en muy mal lugar no a Mercedes AMG o a Force India, que también pero en otro plano, sino a Ocon. Entre el honor y el dinero lo segundo es lo primero, no sé cómo se dirá en francés. Esteban podrá ser chófer, incluso chófer de monoplazas, pero ha quedado demostrado que no es un racer.
Es una falta de todo. Como lo es que exista Toro Rosso y Red Bull. Siguiendo la metáfora de fútbol, la relación entre la de Faenza y Milton Keynes es de filial pero, por ejemplo en La Liga las filiales no pueden jugar en la misma categoría de su escuadra "madre". Si aplicamos lo mismo a nuestro deporte Toro Rosso debería ser un equipo de F2.
Siempre han existido ordenes de equipo pero esto es otra cosa, esto es manipulación con base en la pasta. Pongamos que Mercedes le pone un descuento a FI en los motores por tener a Ocon en sus filas y además les pide "favorcitos" de esta índole a sabiendas que la india no se va a oponer porque el actual modelo negocio no le permite sobrevivir de otra manera. Esto es un comportamiento mafioso. No hay otra manera de ponerlo.
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