Prácticamente desde el inicio de la era híbrida en 2014, hemos aprendido a convivir con sospechas más o menos veladas acerca de lo que podían estar haciendo los equipos oficiales dentro de sus unidades de potencia. Quema de aceite, consumo excesivo de combustible, etcétera, han nutrido de leyendas urbanas nuestra actividad, ya que, como dije en su día, para la FIA mirar en el exterior de los vehículos resultaba bastante sencillo, pero entrar en el interior de los propulsores era una tarea endemoniada que pasaba por aceptar la buena fe del personal.
¿Había dudas sobre la legalidad del FRIC? Se eliminaba y punto pelota. ¿El camber y la presión de las gomas podían dar quebraderos de cabeza? Se recordaba que lo que decía Pirelli en cada carrera iba a misa y Santas Pascuas, y quien se lo saltaba penalizaba. ¿Supuestas ayudas a la conducción...? Te quitamos los puntos y fijo que no vuelves a mostrarte tan creativo...
Con las entrañas de los propulsores la cosa de atajar se complicaba bastante. La FIA ha ido estrechando el cerco en la medida de sus posibilidades —muy limitadas por la buena fe de los ingenieros, que nos entendemos—, y con la cosa esa nunca demostrada de que Ferrari hacía trampas durante 2019, ha obligado a los equipos a instalar un sensor de caudal independiente que no pasa por la buena fe de nadie y manda directamente los datos a manos de los comisarios. Y bueno, hay quien piensa que la medida llega demasiado tarde (que tampoco es falso), aunque soy de la opinión de que la FIA, a pesar de los pesares, ha metido mano al asunto en el momento adecuado.
El escenario que se abre a partir de 2021 parte de la premisa de que se va a jugar más limpio que hasta estas fechas, y puesto que ha fallado hasta la tan cacareada convergencia de rendimiento entre motores prevista para 2018, parece lógico que haya tomado el toro por los cuernos decidiendo meterse dentro de las unidades de potencia.
De momento está por ver si con esto del nuevo caudalímetro nos encontramos con interesantes sorpresas o no, pero lo que es seguro es que la buena fe a partir de ahora va a valer mucho más que desde 2014 a esta parte.
Os leo.
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