Se ha hecho de rogar pero, al final, han merecido la pena la espera y las distracciones [Pues qué bien...]. ¡Pelillos a la mar!, que decía aquél, pero fundamentalmente porque Enstone se ha sacado de la manga un RS20 que supone una ventana abierta a la esperanza.
Perdidos los miedos posteriores al divorcio con Red Bull, Renault se nos ha desmelenado con una propuesta ceñida en la mitad trasera y una nose redondeada en la parte anterior, que por primera vez en lo que lleva la francesa de su última etapa en Fórmula 1, hace borrón y cuenta nueva con sus vehículos anteriores. Vamos, que la gente de la gala se ha tirado a la piscina en pleno final de ciclo y con la normativa 2021 asomando las orejas por el horizonte.
El riesgo es elevado, para qué vamos a engañarnos, pero el esfuerzo merece ser reseñado porque supone un cambio de actitud que muchos esperábamos hace tiempo.
Dicho esto, la zaga se abre a alimentar de abundante aire la zona del difusor y el vano del alerón posterior, para lo cual, los pontones se han rediseñado por completo, ofreciendo un volumen central compacto cuyas formas ayudarán a canalizar tanto los caudales laterales como las acometidas que acarician el cubrecapot. El morro se ha redondeado y ofrecerá menor resistencia al avance a la vez que permitirá una más rápida división del caudal frontal, pero como el eje anterior necesita pisar bien el asfalto, se le ha dotado de la pletina horizontal con forma de álabe a la que ya nos tiene acostumbrados más de media parrilla.
El resultado me gusta, pero me encandila más que por fin Renault se haya puesto las pilas.
Os leo.
Os leo.
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