domingo, 16 de febrero de 2020

Lobo hombre en París


Viéndole ahí, como si no hubiese roto nunca un plato, dan ganas de abrir un crowdfunding para conseguir que Max empiece a liberar perlas según se vayan cumpliendo los objetivos. 

¿Cuáles eran sus terrores infantiles? ¿Da más valor a las palabras de su madre, Sophie, que a las de su padre, don Jos de Todos los Santos Verstappen? ¿Cree en los OVNIS? ¿Teme más a Charles o a Lewis? ¿Qué piensa de Trump y de la tortilla española? ¿Se siente un hombre estructurado o se deconstruye cada mañana? Y el coronavirus ¿qué? ¿Sabe cómo se abre la visera de un casco desde fuera...?

Los momentos de intimidad de los pilotos suelen estar ligados a instantes de tensión dramática previos o posteriores a la carrera, y por eso esta imagen tiene tanto valor para mí: Max no hace nada, nada especial, se entiende.

Está como embobado, ensimismado, enajenado, y no por ello deja de ser uno de los más firmes candidatos a aguarle la fiesta a Lewis Hamilton este año —Dios lo quiera—. Parece Dennis, el lobo al que cantaban Rafa Sánchez y La Unión, que se había convertido en hombre después de su encuentro con el mago de Siam y se ve abocado a gandulear por París, lejos de su territorio de caza, solo ante su destino.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes que hacerte la afoto con el compi, hablar no menos de 30 minutos con los medios, dejarte la gorra puesta a 3 grados de la horizontal para que salga el anuncio bien en retransmisión...

De los Pirellis, ni palabra. Del coche, del equipo, del motorista... Flores a diestra y siniestra. Si no, acabarás como Alonso.

Todo firmado en el contrato. Nada de que te pillen fumando, apurando una copa o transgrediendo algún semáforo. Que para eso ya está Lewis, el chico malo perfecto. Pero vegano.

The Truman Show. Luego las pibas lloran por las noches, que donde se han ido los hombres de verdad...