miércoles, 10 de abril de 2019

Una de mil


No soy un tío suertudo de esos que a los tres años bajaban las escaleras en casa, en plan niña del Exorcista, gritando ¡Alonso, Alonso, Alonso! cada vez que papá ponía carreras en el televisor de la planta baja. Nunca me han llamado enciclopedia, más bien, me decían ¡ya estás con los coches! cada vez que me pillaban leyendo una revista o tratando de cazar el volumen de un Tyrrell 006 en un taco de madera...

Mi vida como aficionado carece de recuerdos nítidos en su prehistoria y, por supuesto, no tiene contraste en enlaces a Youtube o artículos de la MotorSport. A cambio, dispongo de toneladas de papel con líneas, crónicas, opiniones y fotografías referentes a este mundillo, repartidas entre las estanterías de mi anterior domicilio, el de mis padres, y las abundantes cajas que contienen todo lo que me traje de Padre Larramendi a Gorliz, pósters y no sé cuántas miniaturas a escala 1/43 y entre otras a 1/18, el Tyrrell que conducía Jackie Stewart en The Green Hell, que hace pareja con el seis ruedas de Patrick Depailler en Suecia.

El examen final de Serigrafía, en Bellas Artes, lo resolví en base a la imagen del Brabham BT49b de Nelson Piquet, pero mis profesores habían decidido tumbar a un artista que pretendía hacer la carrera en un año, y como no les gustaba la Fórmula 1, ni el brasileño ni el coche que había diseñado Gordon Murray, me rompieron las piernas también a mí...

Tengo este blog, por supuesto, pero es una historia compartida con vosotros y no tengo muy claro que sea sólo mío. 

En fin, dicen por ahí que con qué carrera te quedarías, ahora que en China celebramos las mil de esto, y voy a elegir el Gran Premio de Alemania de 1973 aunque todavía no he estado en el Nordschleife ni me he montado en aquel precioso coche azul con dorsal número 5, que cruzó la meta en primera posición con François Cevert haciendo segundo sobre el número 6 [How Big, How Blue, How Beautiful (#Nürbu 31)]. 

No vi la carrera en su momento, es obvio, ¿no?, pero gracias a los frailes Menesianos y su empeño en que aprendiésemos francés, pude entender algo de qué iba aquella SportAuto que había traído a casa mi hermano Julián, dedicada a una prueba que se había celebrado tan lejos de Santurce que aún me parece imposible que se me haya podido quedar grabada tan dentro...

Sueños, la mayoría rotos, y luego nosotros, en tierra, viendo el mar desde el muelle o la playa, imaginando sueños y besos entre las olas que se entretejen con la realidad, que sabemos que no volverán, pero que nos han hecho más fuertes y más generosos con la vida... Guillermo, tú ya sabes.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonito coche.

https://twitter.com/MarianF1Silva/status/1116041141210759168?s=20