Detrás de la élite el caballero errante: Checo, a quienes tantos dan por amortizado como otros preferirían verlo fuera de la parrilla. Viejo para estos azares, viejo protegido, náufrago viejo agarrado a una tabla con dedos como clavos, en mitad del océano...
Mi chamaco cumplió los 29 este pasado 24 de abril y todavía recuerdo el instante en que lo sostuve en mis manos por primera vez, recién abierto a las luces de este mundo que no nos merecemos nadie, envuelto en una toallita de paritorio, tiritando a unos centímetros del latir de su madre. Tres meses y dos días antes nacía Sergio, y si ante Josu me arrodillo, no puedo por menos que llamar imbéciles a los que piensan que el de Guadalajara no vive en estos instantes un momento de envidiable juventud.
Bakú y sus asperezas, y Pérez que logra poner un puto Racing Point en la sexta posición. Delante los consabidos: dos Mercedes AMG, dos Ferrari y Max sobre su Red Bull, y el mexicano siendo de nuevo, otra vez, el abrelatas de los desfiladeros, el pathfinder, el guía de lo que queda por detrás, con lo poco que le gusta a él que suelan decirle que es el primero de los mortales.
Rememoramos hoy la pérdida de Roland Raztenberg y duele constatar que a pesar del tiempo trancurrido desde aquel 1994, nos sigue costando dar al César lo que es del César cuando a éste aún no lo ha apuñalado Bruto. Hoy se habla de Sergio como de un desconocido que ha resucitado cuando lo que sucede es que él siempre ha estado ahí aunque a la cita no acudían los apostadores a caballo ganador, los que siempre van de apasionados, a los que pasa el tiempo por encima por estar atentos a las estrellas rutilantes de nuestro pequeño universo, más que a los valores que dotan de sentido el centro de la parrilla, la montonera, los campos de Pelennor de Tolkien, donde hay que matar y salir ileso, donde se corre por una miseria de puntos aunque la realización te esté enfocando constantemente porque la lucha en cabeza es tremendamente aburrida por regla general.
Voy rapidito. Es martes 30 de abril y quiero dejar constancia de que ahí anda un tal Sergio Pérez, con sus 29 primaveras recién cumplidas, y que nuestra competición tendría bastante menos sentido como espectáculo si no estuviera él peleando por un sexto puesto, aunque los plumillas sigan mirando lejos por ver si alcanzan a discernir alguna hazaña memorable en el lugar más aburrido de todos.
Os leo.
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