martes, 30 de abril de 2019

¡Disfrutadlo!


Antes de la cita que cierra el Supercampeonato WEC 2018/19, las 24 Horas de Le Mans 2019, queda otra no menos importante que se celebra este mismo fin de semana: las 6 Horas de Spa-Francorchamps. Y bueno, vamos a ella con la directa puesta, aunque con ganas cantar algunas verdades del barquero antes, sobre todo a los numerosos imbéciles que arropados por la bandera del apasionamiento por el motorsport han ninguneado hasta el hartazgo una modalidad que no merece tanta mierda como se le ha echado encima.

No estamos en un territorio similar al de la Fórmula 1 por mucho que insistamos en retorcer la realidad. La Resistencia es terreno de paso para los grandes equipos. Van y vienen y esto es algo que ha sucedido desde los inicios de la actividad. Se plantea un objetivo, se lucha por conseguirlo y una vez logrado, lo normal es que se desaparezca del mapa. En este sentido, deberíamos arrodillarnos ante Toyota por continuar, ya que su presencia ha asegurado la relevancia de un Mundial que ha pretendido mantener su estatus incluso atravesando unas supuestas horas bajas que tienen su origen en el feo asunto del dieselgate.

No es culpa de la japonesa que Porsche o Audi hayan declinado enfrentar fuerzas. La nipona ha quedado como único exponente de la clase reina pero aceptando los rigores de competir con aventuras bastante menores. El EoT (Equivalence of Technology) ha tratado de limar las diferencias, pero hay algo que es obvio por mucho que se quiera negar: un equipo de fábrica, con una tecnología y un presupuesto descomunal, siempre resultará mejor en pista que cualquier iniciativa más o menos privada. Así las cosas, lejos de la visión sesgada de los puristas que han surgido anteayer como setas en otoño, creo que habría que hacer genuflexiones ante Toyota simplemente por haberse prestado al juego.

El asturiano, sí, ése. Ha pillado cacho y forma tripulación con Nakajima y Buemi en uno de los dos coches mejores, lo mismo que podría volver a la Fórmula 1 integrado en la formación de Brackley.

¿Es culpable o doloso por haber visto oportunidad y haberla cogido al vuelo...? ¡Buenos apasionados estáis hechos que se os ven los costurones a las primeras de cambio! El de Oviedo quería plataformas ganadoras y ahora las tiene, en el WEC o, sin ir más lejos, en la Rolex 24 at Daytona —queda por ver en qué queda su segunda intentona en la Indy500—, pero hay que tramitar las pruebas y concluirlas, y es ahí donde nunca están los espesitos. Ni ahí ni en esos relevos que son admirados por medio mundo, faltaría más. La remontada nocturna en Le Mans, los stints bajo la lluvia en Daytona, ese coraje y esa calidad que se le roconocen fuera y se le niegan en casa porque somos la filial de la prensa anglosajona y a finos no nos gana nadie, aunque a lo peor, en el tránsito, perdemos el Gran Premio de Fórmula 1 patrio de tan esquisitos y equidistantes que nos hemos vuelto y por aquello de que Roma no paga a traidores...

Tenemos al único astro de nuestro deporte de las dos últimas décadas, pero porfiando en que sus méritos no son tanto, nos estamos ganando dos hostias bien dadas.

Y eso, que vamos para Spa-Francorchamps a ritmo de crucero. Os leo.

1 comentario:

Josemi dijo...

Los anti-alonsistas siempre critican que alonso no tiene coches ganadores por toma malas decisiones. Pero cuando tiene un coche ganador, pues tambien eso es malo, tenia que haber fichado por ByKolles se ve.

Por cierto, terrible la resaca de la marcha de Alonso, Montmelo peligra seriamente, yo de hecho creo que la decision está tomada.