Corría 2016, concretamente era el comienzo de la tarde del domingo 19 de junio en La Sarthe...
Toyota Gazoo Racing había sellado un magnífico fin de semana y tenía todas las cartas para rubricarlo con un victoria en las 24 Horas de Le Mans. La unidad dorsal número 5 de Anthony Davidson, Sébastian Buemi y Kazuki Nakajima, gestionaba desde el mediodía su ventaja en cabeza y protegía la mecánica, como suele ser habitual en la prueba francesa. La número 6, compuesta por Stéphane Sarrazin, Mike Conway y Kamui Kobayashi, navegaba en la tercera posición, inmediatamente detrás del Porsche 919 Hybrid de Marc Lieb, Romain Dumas y Neel Jani, pero sin apenas posibilidad de arrebatarle la segunda plaza salvo que mediara un problema en el prototipo alemán.
Kazuki conducía el último relevo. Su TS050 Hybrid parecía ir bien cuando se disponía a tramitar las últimas vueltas y ver la anhelada ajedrezada ondear a su paso por meta, pero el japonés emitía un alarmante mensaje por radio cuando su coche comenzaba a circular con un ritmo anormalmente bajo, para terminar calando en la recta principal. Lo puso en marcha pero volvió a calarse apenas unos metros después... Mientras la alegría inundaba el garaje de Porsche, en el de Toyota había desconsuelo y lágrimas.
Nakajima logró arrancar otra vez, y usando únicamente la parte eléctrica de su vehículo se dispuso a terminar la prueba.
Jani fue quien vio la bandera a cuadros sobre su 919 Hybrid, y aunque nuestro protagonista concluyó en segunda posición, el tiempo obtenido en el último giro excedía tanto el máximo exigido que fue descalificado.
Os leo.
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