No escarmentamos. No hay cosa más boba que un perjudicado justificando a quien lo lastima, pero aquí estamos, aceptando que, mientras para un usuario normal ver Fórmula 1 se sigue poniendo por las nubes año tras año, Formula One Group y los equipos se ven obligados a reducir contenidos, por nuestro bien, claro, pobrecitos.
El otro día mencionábamos algunas cifras de escándalo y cómo la FIA, Liberty Media y las escuderías, luchan por cobrar lo que les pertenece por arruinarnos un poquito más la vida [Cartel de «Completo»], con ideas que nunca funcionan, con dominios absurdos que se deben más a los politiqueos que a la sana rivalidad, con reducciones de costes, límites económicos y planes que ni los de Stalin.
En Las Vegas supimos que para compensar la pérdida de una jornada completa de prácticas previamente abonada a precio de oro en el pack del fin de semana, la organización compensó a los damnificados con un bono para gastar en la Ciudad del Pecado...
Bastaría contemplar los entrenamientos de pretemporada como una parte más del espectáculo más grandioso del mundo, con permiso de las Olimpiadas y el Mundial de Fútbol, para que disfrutásemos como cosacos viendo los cochecitos rodar. Una unidad de potencia que no cuente en el cómputo general, juegos de Pirelli a discreción, gasolina en modo barra libre y a correr, que, a fin y a cuentas, es lo que nos gusta a los aficionados: gozar con los pilotos y las máquinas en acción, y cuanto más rueden, mejor.
Visibilidad extra para los patrocinadores, minutos de audiencia para meter anunciantes, la panacea para cualquier medio con dos dedos de frente. Pero no, aquí entra de lleno el plano deportivo porque esto es un deporte, ¿o no lo sabíais? Todos deben jugar con las mismas armas aunque nos salga la risa floja al esgrimir este argumento.
Pilotos que no se hacen al coche por mucho simulador que hayan utilizado, material humano al que le falta rodaje cuando empieza la temporada, donde también encajan los ingenieros y estrategas que deberían tener un tiempo, que se les escatima, para mejorar y pulirse en sus respectivos cometidos. Profesionales, en definitiva, de primera, segunda y tercera categoría. Y los bobos del primer párrafo alabando a Newey y explicándonos que pedimos demasiado.
Os leo.
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