Sauber tiene la vida resuelta y puede permitirse el lujo de trastear en F1 hasta que llegue el añorado desembarco de la alemana Audi en 2026, y, en consecuencia, el C44 de Hinwil es un elegante ejercicio de pragmatismo del que prácticamente desconocemos todo, desde su calado hasta sus aspiraciones reales, pasando, lógicamente, por el bendito ¿qué coño están probando?
La unidad de potencia Ferrari será sustituida ese año que acabamos de mencionar por la que está diseñando actualmente la de Ingolstadt, pero propulsor y aerodinámica van de la mano, etcétera, de forma que, imagino, Seidl y su gente están acumulando toneladas de datos y sumando kilómetros mientras formatean el equipo con vistas a tenerlo listo para cuando, con absoluto mando en plaza, tome el timón la nueva patrona.
Entra dentro de lo razonable considerar que estamos ante un vehículo laboratorio. En 2023 había que seguir halagando a Alfa Romeo, pero esta temporada no es necesario. Así las cosas, libre de ataduras, Sauber ha cambiado de nombre pero en el coche actual se mantiene una buena cuota de fidelidad al C43 de la pasada sesión, lo que no debe extrañarnos pues Sauber siempre ha ido pasito a pasito, asegurando cordada y avanzando conforme las circunstancia lo aconsejaban, siempre sin asumir riesgos excesivos.
En sintonía con lo que acabo de apuntar, no veo a la de Hinwil escapando de la parte menos noble de la parrilla ni mucho menos inquietando a Alpine, por ejemplo, aunque vuelvo a apostar esta temporada por un séptimo u octavo puesto en la tabla general cuando haya terminado todo en Abu Dhabi.
Os leo.
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