Exceso de respeto

Mientras medio universo anda metido en discutir si lo que hizo ayer Fernando puede ser considerado hazaña o no, me ha dado por recalar en los dos tipos de más arriba, preguntándome qué tienen de especial que siembran el canguelo a su alrededor.

Obviamente no he pasado por alto que acostumbran a pasearse por las pistas sobre dos RB6, pero tampoco me he vuelto tarumba hasta el punto de negar lo evidente: que los monoplazas austriacos van de cine cuando no les aprietan, y a los hechos me remito.

En Bahrein, por ejemplo, la presión de Fernando y Felipe hizo que Vettel se deshiciera a un puñado de vueltas del final a cuenta de una bujía, mientras Webber se desenvolvía en mitad de la nada. En Australia, era el propio Vettel quien se presionaba en exceso poniendo en riesgo sus frenos, y Webber quien naufragaba contra la trasera de Hamilton. En Malasia nadie ensombrecía a los dos galgos de Red Bull porque el sábado McLaren y Ferrari se habían dormido. En China, Fernando los asediaba de lo lindo en la salida y les sacaba algunos largos, aunque pagaba cara su precipitación, porque más tarde, Button, Hamilton, Rosberg, Kubica, y el propio Alonso, les precedían en la llegada. En España… sí, pero menos, la presión pudo con Vettel pero no con Webber, quien navegaba a su antojo en un circuito técnico y aerodinámico ajustado como un guante de gamuza a las prestaciones de su vehículo.

¿Y en Mónaco? Pues qué queréis que os diga, ir delante en una ratonera como Monte-Carlo tiene lo que tiene cuando has salido delante. Y ser ligeramente inquietado por el R30 de Kubica cuando Button ha desaparecido y Massa y Hamilton han nadado guardando la ropa, no me parece que sea una circunstancia para sacar demasiado pecho, y entendedme, porque con esto no pretendo desmerecer la actuación del australiano y el alemán, a todas luces estupenda, sino puntualizar que en la ecuación que nos permitiría saber realmente si los Red Bull están en estado de gracia todopoderosa o simplemente han cantado en falsete en el Principado, faltaba un factor que por desgracia se hizo añicos el sábado por la mañana en los aledaños del casino monegasco.

No voy a caer en la trampa de valorar posibilidades que no sucedieron, pero vista la fase de entrenamientos, el Ferrari de Fernando podía haber estado donde se colocó el Renault de Kubica, o incluso un poco más adelante; y si hubiese ocurrido este hecho, muy posiblemente hoy no estaríamos hablando del aplastante dominio de los coches de la bebida energética; pero la vida es así y así nos la han contado, lo que me lleva a afirmar que mal que nos pese, en Mónaco los Red Bull volvieron a correr sin ningún atisbo de oposición, que no es lo mismo que dominando, no sé si me explico, porque el único tipo que les había tomado la medida y perdido el respeto, salía desde el pit-lane ocupando la última plaza.

Y aquí quería llegar yo, porque lo mejor que nos deparó la carrera de ayer domingo fue la contundencia conque Fernando Alonso avisó a Webber y Vettel de que es el único piloto de la parrilla que no les tiene miedo.

Os leo.