sábado, 13 de junio de 2015

¿Por qué jugar con fuego? #25TLM15 [01]


En Le Mans, los grandes fabricantes saben perfectamente a qué nivel se juegan su imagen de marca, de forma que del primero al último la miman en extremo. 

En 2003, por ejemplo, venció la armada Bentley en la mítica prueba francesa, pero lo hizo sin que Audi participara con equipo oficial. Hubo presencia de la marca alemana, lógicamente, pero bajo pabellón privado, sencillamente porque la firma británica pertenecía ya en aqul entonces al grupo empresarial de Ingolstadt.

Parece un matiz sin importancia pero la tiene. Bentley necesitaba potenciar su imagen y había decidido volver a la Resistencia tras décadas de ausencia. Después de los exitosos años 1927 a 1930, en los que la inglesa dominó claramente las  24 Horas frente a sus rivales, se eligió la temporada 2001 para el moderno desembarco, y se hizo sobre la base mecánica del Audi R8C de 1999 —vehículo que la germana había desestimado en favor de la plataforma descubierta R8 LMP, de sobra conocida porque salvo en este 2003 del que estamos hablando, arrasó en Le Mans de 2000 a 2005—.

Así las cosas, el Bentley EXP Speed 8 de 2003 era en la práctica un hermano bastardo de los R8 LMP, y la de los cuatro aros entendió que llegada la hora de que la británica reverdeciera sus laureles, lo mejor sería echarla una mano logísticamente mientras desaparecía brevemente de escena...

Puede parecer extraño pero en el fondo, aquello supuso un inteligente movimiento gobernado por la más absoluta cautela. Las 24 Horas son una prueba tan larga que en su interior puede suceder de todo. Bentley venció pero también podía haberlo no hecho. Un problema inesperado, una coyuntura con contemplada, y todo podía haberse ido al carajo.

El entramado a la que pertenecen las dos empresas no podía permitírselo en términos de imagen. Una victoria de Bentley sobre unos Audi oficial habría sido tan inasumible, como el triunfo de ésta sobre su compañera de grupo en la misma prueba. Básicamente, la estructura mecánica y filosofía de ambos vehículos, bebían de las mismas fuentes. No se podía cometer ese error, y desde luego, no se cometió.

Pero a lo que íbamos. Porsche, integrante de VAG (Volkswagen Audi Group), decidió el año pasado intentar el asalto a Le Mans con el 919 Hybrid. No lo consiguió en la primera intentona pero ha vuelto con fuerzas en 2015 y lleva camino de poder conseguirlo.

En el momento de escribir estas líneas, la de Stuttgar está por delante de la de Ingolstadt y ambas parece que van a degüello sobre el circuito de La Sarthe. Es lógico, porque a diferencia de lo que os he contado en los párrafos anteriores, las dos empresas se juegan su respectiva imagen de marca sobre máquinas completamente distintas, y tanto si vencen como si caen derrotadas, la lucha que habrán mantenido sobre el asfalto les resultará tremendamente beneficiosa a la hora de vender coches de calle, que en el fondo, es de lo que se trata.

Os leo.

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