Es momento de olvidar la Fórmula 1 al menos durante un par de días —mañana seguramente hable de Kimi como aperitivo, y dejaré otras cuestiones para el lunes—. Se va a desarrollar la octagésima tercera edición de las 24 Horas de Le Mans y desde Gorliz, como os comentaba esta mañana, trataré de dar caza a cada una de ellas, escribiendo sobre una disciplina a la que he vuelto con ganas porque me trae muy gratos recuerdos.
Ya lo intenté el año pasado y como sabéis, aquello acabó como el rosario de la aurora aunque me quedo con que varios de los habituales de este blog —parroquia, como la denominó en su día mi buen amigo Martín Herzog—, han quedado enganchados. De forma que desde que se inicie la carrera hasta pasado mañana al mediodía, mantendremos contacto y charlaremos vía whatsapp o Twitter mientras la disfrutamos todo lo juntos que podamos.
Con eso me quedo, como decía más arriba, con esa magia irresponsable que destilan tonterías como la que me propongo ejecutar por segundo año consecutivo, que hacen que a la postre, lo que compartes con ingenuidad termine germinando en gente que no imaginaba que Le Mans pudiese dar tanto de sí como para intentar pasarse una noche despierto, pariendo textos y encadenándolos, para que al final, el sueño y el cansancio acaben definiendo practicamente un abandono que a la vuelta del desayuno, se convirtió aquel domingo en un ¡acabamos por cojones!
Y es que así son las 24 Horas en el fondo: una serie de estimaciones que corren riesgo de irse a tomar por el saco en cuanto te descuidas. Que lo hice, para qué vamos a engañarnos.
Pero este año es diferente o al menos quiero pensarlo. Dormiré mejor que en 2014 y esta tarde he preparado una escaleta lo suficientemente flexible, como para tratar de evitar errores irreparables. Ahora bien, seguro que cometo otros, si no, la aventura no tendría pizca de gracia.
Por fortuna, en mi etapa en Diariomotor fui capaz de escribir ocho o nueve entradas al día porque además de alimentar la sección de Fórmula 1 del portal, tenía que cubrir la parte compartida del blog y mantenerlo aquí en orden de revista. Quiero decir con todo esto, que me siento con fuerzas aunque sé perfectamente que sólo con actitud y fortaleza no basta.
Como no tendría ningún aliciente preparar los textos de antemano, la cosa consistirá en ponerse el casco y los guantes una hora antes de que comience la prueba y de ahí pa'lante y cruzando los dedos, que diría aquél, pero esta vez sabiendo dónde y cuándo puedo ganar terreno y dónde no debo arriesgar lo más mínimo.
Me enfrento a 25 composiciones y no dispongo de relevo. Lo voy a hacer solo y sé que puedo lograrlo porque por suerte, escribo bastante rápido y tengo las ideas más claras que hace un año. Pero he tomado precauciones formateando una treintena de imágenes de cabecera de las que elegiré las 25 definitivas, aunque también albergo dudas. Sería idiota no tenerlas.
Hay textos que casi se escriben solos, es verdad, pero hay otros que pueden encasquillarse a pesar de que tengo la documentación a mano. No se trata de cumplir sino de disfrutarlo, y en este sentido, quiero advertiros de que no ganaré la carrera aunque seguramente, acabe no más allá de a una vuelta perdida con respecto al ganador de la prueba.
Es Le Mans, es Resistencia. Es mi segundo año y quizás el último... Os leo.
Con eso me quedo, como decía más arriba, con esa magia irresponsable que destilan tonterías como la que me propongo ejecutar por segundo año consecutivo, que hacen que a la postre, lo que compartes con ingenuidad termine germinando en gente que no imaginaba que Le Mans pudiese dar tanto de sí como para intentar pasarse una noche despierto, pariendo textos y encadenándolos, para que al final, el sueño y el cansancio acaben definiendo practicamente un abandono que a la vuelta del desayuno, se convirtió aquel domingo en un ¡acabamos por cojones!
Y es que así son las 24 Horas en el fondo: una serie de estimaciones que corren riesgo de irse a tomar por el saco en cuanto te descuidas. Que lo hice, para qué vamos a engañarnos.
Pero este año es diferente o al menos quiero pensarlo. Dormiré mejor que en 2014 y esta tarde he preparado una escaleta lo suficientemente flexible, como para tratar de evitar errores irreparables. Ahora bien, seguro que cometo otros, si no, la aventura no tendría pizca de gracia.
Por fortuna, en mi etapa en Diariomotor fui capaz de escribir ocho o nueve entradas al día porque además de alimentar la sección de Fórmula 1 del portal, tenía que cubrir la parte compartida del blog y mantenerlo aquí en orden de revista. Quiero decir con todo esto, que me siento con fuerzas aunque sé perfectamente que sólo con actitud y fortaleza no basta.
Como no tendría ningún aliciente preparar los textos de antemano, la cosa consistirá en ponerse el casco y los guantes una hora antes de que comience la prueba y de ahí pa'lante y cruzando los dedos, que diría aquél, pero esta vez sabiendo dónde y cuándo puedo ganar terreno y dónde no debo arriesgar lo más mínimo.
Me enfrento a 25 composiciones y no dispongo de relevo. Lo voy a hacer solo y sé que puedo lograrlo porque por suerte, escribo bastante rápido y tengo las ideas más claras que hace un año. Pero he tomado precauciones formateando una treintena de imágenes de cabecera de las que elegiré las 25 definitivas, aunque también albergo dudas. Sería idiota no tenerlas.
Hay textos que casi se escriben solos, es verdad, pero hay otros que pueden encasquillarse a pesar de que tengo la documentación a mano. No se trata de cumplir sino de disfrutarlo, y en este sentido, quiero advertiros de que no ganaré la carrera aunque seguramente, acabe no más allá de a una vuelta perdida con respecto al ganador de la prueba.
Es Le Mans, es Resistencia. Es mi segundo año y quizás el último... Os leo.
2 comentarios:
acabo de volver de cenar con mi marido y me encuentro con esta declaración de guerra e intenciones.
no tengo ni idea de Le Mans ni de resistencia, estoy con la tesis hasta el pelo pero, coño, necesito que acabes tus 24 horas y que sigas, que sigas escribiendo.
Viva la épica, el conde de Montecristo, los cronopios y la madre que te parió, cojones ya.
Ole.
Álvaro
Publicar un comentario