jueves, 4 de junio de 2015

¡Nicole, vuelve!


El tipo que está sentado sobre el paso de rueda de esa belleza que responde a la denominación AC Cobra, no es otro que Lewis Hamilton en uno de los selfies a los que por desgracia, nos tiene más que acostumbrados.

Por lo general, me importa un pimiento lo que hacen los pilotos con su vida privada, aunque en este caso en concreto, empieza a preocuparme porque el de Stevenage trasciende su propia existencia para servirla ante las cámaras incluso, cuando por avatares del deporte y sus cosas, pierde una primera plaza asegurada y acaba tercero.

Su llegada a la platea de Mónaco, donde estaban dispuestas las autoridades y los dos compañeros de parrilla que le habían hecho morder el polvo, fue literalmente teatral, como el golpe intencionado a la señal vertical con el 3 bien grandote, o la parada en Portier, o su circular a cámara lenta hasta la línea de meta, por aquello de ganar cuota de que se le viera.

A Lewis le preocupa no ser reconocido, pero fue él quien desestimó llevar el dorsal número 1 que le correspondía como titular del Mundial 2014, para seguir vistiendo el 44, lo que me lleva a pensar que con el ardid pretendía hacerse notar, ser exclusivo, distinto, único, como cuando en 2007 la gente decía que iba a ser el primer novato de la historia en calzarse un campeonato y él y su padre se lo creyeron, olvidando que andaba por ahí un tal Nino Farina, que cuando se estrenó el formato con el que entendemos en la actualidad la Fórmula 1, era tan rookie como el que más, aunque ya llevaba sus añitos a cuestas.

En serio, lo de Lewis haciéndose selfies para la posteridad podría tener un pase si no fuera porque delata que echa de menos a Nicole.

Nicole Prescovia Elikolani Valiente Scherzinger es el meollo de la cuestión y el núcleo del mal de amores que sufre Hamilton. Yo no tengo otra explicación.

Él se retrata a troche y moche para ella, para decirle que puede llevar cadenotas de oro sin que le duela el cuello, para recriminarla que no haya tragado con ser la Hilary Rodham de Bill Clinton, la mujer grandiosa que hace gigantesco al ombre (sin «h») al que sirve de sombra. El británico no es nada sin la estadounidense, pero todavía estamos a tiempo. La dilatada firma de renovación de contrato le ha dado al británico una ventaja que al final de la temporada podría hacerme perder una apuesta o dos. Pero, Nicole, ¡Vuelve. La Fórmula 1 te necesita. Nuestro bicampeón del mundo puede volver a liarla como no le muerdas la oreja para que concilie el sueño!

Os leo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que comprendo el enfado con su equipo aunque es el mismo grupo que le ha puesto a su disposición un bólido capaz de pasar literalmente por encima la temporada pasada a cualquier otro y en la presente prácticamente igual. Lo que no tiene un pase es el modo teatral de escenificarlo en Mónaco. Este chico necesita una buena dosis de madurez. Muy buen piloto pero un autentico cantamañanas. Es mi opinión al menos.
Un saludo.
Álvaro.

chema dijo...

El mismo solicitó a su equipo entrar a box en Mónaco así que una parte de la culpa es suya. Creo que su punto débil está en su cabeza, veremos si consigue mantenerla en el lugar adecuado y cuanto tiempo.

Anónimo dijo...

Si fuera él, yo me buscaba una Michibata. Así, además de ser el piloto del año, me convertía también en el más listo de la clase...