miércoles, 9 de diciembre de 2020

La Penya Rhin

Antes de meterme en harina esbozando, grosso modo, la que sin duda es la gran iniciativa automovilística española en cuanto a carreras de coches se refiere, quiero matizar a quienes me han dado capones o tirones de oreja, o directamente han desmerecido lo que hago, que esta aventura que comencé hace unas semanas hablando del Gran Premio del RACE [1913, en Guadarrama], no va de establecer categorías ni de aclarar quién la tiene más corta o más larga, sino de ampliar horizontes para que podamos comprobar juntos cómo disponemos de una historia a cuatro ruedas que da para muchísimo más que para aceptar a la ligera que, en España, todo empezó con Fernando Alonso y, por supuesto, Antonio Lobato.

Sin duda hay gente más escrupulosa con los datos que yo y, seguramente, más certera en sus exposiciones, pero como no está en mi ánimo competir con ella y, además, de vez en cuando os hago recomendaciones que van en sintonía con lo que estoy diciendo [Història de l'Automobilisme a Catalunya (J. Del Arco)], creo que podemos dejar este estúpido debate aquí para centrarnos en la Penya Rhin, nuestra protagonista de hoy, que aunque no organiza un Gran Premio de España hasta 1951, tiene una importancia crucial en el asentamiento de la cultura del motorsport en nuestro país a comienzos del siglo pasado.

El Rhin fue un café-restaurante barcelonés «Montado á gran altura y á la moderna» situado en el número 2 de la Plaza de Cataluña, que mientras estuvo abierto, de 1910 a finales de 1916, acogió a un nutrido grupo de industriales y representantes de la burguesía catalana que mantenía, entre otras afinidades, un encendido interés por los coches y las motos, y, por ende, la competición a motor. 

Allí nace la peña (penya) de entusiastas que adopta el nombre del restarurante como apellido, macerada alrededor de los ecos que proporcionó la Copa Catalunya de 1910 (última de la serie iniciada en 1908), el importante desempeño del Real Moto Club de Barcelona o las noticias del Real Automóvil Club de Cataluña sobre los cambios reglamentarios introducidos por la Federación Internacional del Automóvil en 1909, o ideando la creación de su propia carrera de motos sólo para socios —incluyó sidecars y autociclos—, que terminó celebrándose entre 1916 y 1919 en el trazado del Baix Penedès que había sido usado en la Copa Catalunya en sus ediciones de 1908 y 1909.

La Primera Guerra Mundial hizo mella en las expectativas, pero después del I Salón del Automóvil de Barcelona (1919), certamen que puso a la Ciudad Condal bajo el foco internacional de la industria de la automoción, Penya Rhin retoma su gran sueño bajo la presidencia de empresario Joaquim Molins y con la vista puesta en la notable actividad deportiva del ACF (Automobil Club de France), de manera que en poco más de un año y medio fue capaz de celebrar la I Cursa Internacional de Voiturettes (Gran Premi Penya Rhin, 1921), prueba que ganó Pierre de Vizcaya sobre un Bugatti Type 13 tras dar las pertinentes 35 vueltas al trazado de Vilafranca del Penedès, que contaba con 14.790 metros de cuerda.

Al año siguiente y el posterior, 1922 y 1923 respectivamente, se desarrollarán con gran éxito de participación y público las II y III Cursa Internacional de Voiturettes en el mismo escenario. Penya Rhin ya ha trascendido para ese instante el ámbito de las tertulias en El Rhin y es mundialmente conocida, pero debemos aparcar su historia aquí —la retomaremos en otro momento— porque ya han asomado Lasarte y el autódromo de Sitges-Terramar, circuito barcelonés donde tendrá lugar el primer Gran Premio de España en 1923.

Os leo. 

5 comentarios:

Cao Wen Toh dijo...

Hace tiempo que me conformo con oír las retransmisiones en inglés (aunque lo domino poco o menos) porque no soporto el futbolerismo irritante y exacerbado de Lobato. Ya sé que la asociación de ideas Alonso/Lobato la utilizas exclusivamente como coña y no seré yo quien levante una ceja cuando además comparto tus razones. Sólo me gustaría que en un futuro, incluso cercano (2021), el chaval que me hizo llorar de alegría y agradecimiento eterno en Hungría, sea recordado por sí mismo sin esa la excrecencia calva e hincha pelotas que se le ha adherido como una rémora parasitaria y chupa famas de mediocre babosero.

Cao Wen Toh dijo...

¡Que bueno! No he podido evitar ver ataviado a Pierre de Vizcaya como el Nodoyuna de los Autos Locos junto a Patán y su 'The Mean Machine'. ¡Que uno ya es grupo de riesgo!

Gracias por la entrada, Jose. Me encantan estas historias.

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Pues no te lo pierdas, Miguel. El amigo De Vizcaya fue nuestro primer compatriota participante en la Indy 500, en 1923.

https://en.wikipedia.org/wiki/1923_Indianapolis_500

Ahí le tienes, abandonó pero así y todo clasificó 12º ;)

Abrazote

Jose

Cao Wen Toh dijo...

¡Más historias de Pierre de Vizcaya!

Cao Wen Toh dijo...

He encontrado esto sobre Pierre de Vizcaya:

https://efe.uno/f1-historia/pierre-de-vizcaya-500-millas-indianapolis/