viernes, 23 de noviembre de 2018

Terraplanismo [VIII]


El terraplanismo formulero no llega a religión y como secta le auguro poco recorrido, pues adolece de una necesidad de hacer proselitismo a todas horas que termina aburriendo a un rebaño de ovejas.

En mis años mozos, cuando hacía natación, montaña y caminaba como bebe un cosaco, me topé en el parque de Santurce con un grupo de Testigos de Jehová que se empeñaban en endosarme unas cuartillas donde se explicaban los males del tabaco. Les dije amablemente que no me intesaraba en absoluto ya que no fumaba, pero pareció darles igual porque insistieron en sacarme del vicio hasta que fui yo quien logró zafarse de la emboscada.

Los días posteriores, consciente de lo que me podía pasar si caía en sus redes salvadoras y lo poco que les importaba un argumento tan sencillo como que: difícilmente podía resultar de mi interés quitarme de un hábito que no tenía, buscaba localizarlos de lejos y luego me las apañaba para evitarlos utilizando una ruta alternativa... Era aquella una actitud gallina, lo admito, pero como París bien vale una misa y en esta vida he hecho cosas mucho peores, como que me importó poco.

Mucho tiempo después —tanto que ya fumaba—, volví a toparme con otro grupo de estos en el puente de Rekalde, en Bilbao, y el varón que llevaba la voz cantante me suelta la misma monserga de treinta años atrás: Disculpe, ¿fuma usted cigarrillos; sabía que el tabaco...? Sí, ya —contesté mientras me despedía con la mano—, llevo prisa, muchas gracias, pero fumo en pipa... Se quedaron perplejos, imagino que preguntándose si el tabaco de pipa es igual de pecaminoso que el de habanos o pitillos.

Desconozco si en la actualidad fumar en pipa es considerado por esta gente un camino hacia la perdición, pero en el instante que estoy relatando encontré una grieta en su discurso y salí por ella como alma que lleva el diablo, y menos mal que nos encontrábamos en la calle, que de haber sido en Twitter no lo cuento.

Y bien, vengo con esta milonga porque en redes sociales los terraplanistas actúan igual. Buscan alguien a quien salvar y les da lo mismo que fume o que no, que lo haga en pipa recta o curva, en cachimba o se líe los cigarrillos a mano, que tire de Farias a diario o disfrute de un buen Davidoff una vez por semana... El terraplanismo quiere salvarte como aquella señora que aparecía en los anuncios de Evax de principios de siglo: ¡Hola, soy tu menstruación...!, o peor si cabe, como el camión de El diablo sobre ruedas (Duel, 1971). Bueno, éste no tenía tan buenas intenciones, aunque también consideró que el personaje que interpretaba Dennis Weaver debía purgar por sus pecados, que viene a ser lo mismo.

En fin, el asunto consiste en convencerte aunque no quieras, aunque les hayas dado la espalda, aunque no lo necesites, porque estás ahí, porque tienes muchos amigos o porque te hace falta un bañito de realidad (sic)...

Te vigilan y te pillan cuando menos lo esperas aunque trates de evitarlos. Te rodean y te cuentan sus cosas como si fueses un vulgar pecador y necesitases que ellos te rescaten incluso de vicios inventados. Todo es plúmbeo de cojones, para qué vamos a negarlo, pero tiene su puntito jocoso cuando en lo nuestro, en temporadas como la que estamos a punto de concluir, el grueso de su argumentario se ha venido abajo y ni siquiera pueden recurrir a sus gurúes porque los pobrecitos bastante tienen intentando salir indemnes del caos que les rodea. Ahora se limitan a observarte de lejos y a compartir pantallazos con los amigos... pubrines.

En el fondo, tanto da que la Tierra sea esférica o plana, el truco está en que los terraplanistas tienen alma de pastores sin ganado al que guiar. ¿Le gustan a usted las cabras...? No, gracias, soy más de ensalada verde...

Vamos, paciencia y buenos alimentos con los intensitos, que se les acaba pasando. Os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

¡¡Muy buen humor, José!! Adhiero totalmente a tu relato.
No es solamente cuestión de los Testigos de Jehová, sino de todo un abanico: En fútbol, política, religión, ... y hasta en F1, está instalada la intransigencia. Y las redes sociales no hacen más que aumentarla y exponerla.
Que tú puedes ser Barça o Merengue, de izquierdas o de derechas, vettelista o alonsista, siempre que seas razonable. Si el equipo de tu afición pierde un partido 7-0, y reconoces "Hoy realmente jugamos muy mal", pues enhorabuena. Eres de esas personas con las que aún siendo apasionadas en lo suyo, se puede charlar contigo.
Pero si eres de esos que luego del 7-0 salen con "No debieron habernos cobrado ese penal" ¿Qué has querido decir? ¿Que si era un 6-0 era un buen resultado?
Hay fanáticos en muchos sitios; algunos más, otros no tanto. Hay un dicho de sabiduría popular, que dice algo de "Hay quienes merecen una explicación, otros solamente una respuesta, y otros absolutamente nada", y estoy convencido que refiere exactamente a estos fanatismos extremos.