lunes, 26 de noviembre de 2018

El pato de Sebastian


Iluso de mí, imaginaba que todo esto se iba a llenar de Fórmula 1 verdadera el lunes siguiente a la despedida de Alonso, pero me encuentro con que en vez de hablar de autos, los acaparadores han aprovechado las últimas esencias de los buenos tiempos, como si el asturiano fuese ese café tan rico, rico, rico, rico, cuya espumita apetece sober haciendo ruido hasta dejar limpia la taza.

El alonsismo está de enhorabuena, pero no el alonsismo malo, ¡coño!, el otro; sí, el que sabe ponerse al sol que más calienta y hoy se duele en público por lo de los selfies, los amigos y la familia...

El caso es que hay mucho deporte sobre el que hablar además de lo que nos regaló el Gran Premio de Abu Dhabi. La jaula en la que Nico quedó preso ayer, por ejemplo. La movida NASCAR/F1 en Bahrein. O las Pirelli, que se quedan en el barrio hasta 2023. De Sáinz, de Vandoorne, incluso podríamos tirar de nuestro mayor prevaricador del reino, maese Whiting, que siempre da mucho juego.

Pero puesto que tengo una buena amiga que lo está pasando mal porque su padre se apaga y él es fan de Vettel, quiero echar el ratito hablando de Sebastian, ya que, siguiendo una de mis más feas y arraigadas costumbres, dejaba preparada la escaleta para este año allá como en febrero pasado [#GotTalent].

La cosa, decía entonces, parecía muy igualada a falta de conocer cómo iban a ser el W09 de Brackley y el SF71H de Maranello, de forma que el asunto pasaba por ver quién de los dos candidatos al título se mostraba más fuerte mentalmente. Echado el primer vistazo a los monoplazas de Mercedes AMG [Contraanálisis 06 (Mercedes AMG W09)] y Ferrari [Contraanálisis 07 (Ferrari SF71-H)], el guión preliminar se consolidaba: la temporada iba a ir de desaciertos y de sacar tajada de ellos, evidentemente.

Con estos mimbres no puedo decir que 2018 me haya sorprendido como campeonato, ni que me haya chocado la larga siesta que se ha tomado Hamilton hasta renovar contrato en verano, ni por supuesto, la escalada suicida en que se metía Vettel conforme transcurrían las pruebas.

Parece obvio que el alemán tiene una enorme responsabilidad en lo sucedido, pero bajo mi punto de vista Arrivabene es mucho más responsable que él [And the winner is...], primero por no haber tomado la medida real a su primer piloto y segundo, por haber hecho pivotar toda la actividad de La Scuderia con el de Heppenheim como epicentro —el enlace es de abril y ya se percibía entonces que Maurizio estaba jugando a corto y que si las cosas no salían como estaban previstas, quien iba a pagar el pato (y muy caro) sería Sebastian.

Las recurrentes alusiones del tetracampeón del mundo a que sus errores no han sido tan cruciales apuntan en este mismo sentido. Ferrari, con un coche sobresaliente no ha sido capaz de poner distancia con Mercedes AMG cuando tenía todo de cara, seguramente, debido a la infrautilización que se ha hecho de Kimi, y cuando ha tenido que defender el territorio se ha ido al garete por un montón de circunstancias que han tenido poco que ver con lo deportivo: la muerte de Marchionne, el anuncio de la firma del contrato con Leclerc, la trascendencia al ámbito público del malestar de Binotto, etcétera...

El de Brescia, como jefe, en los momentos más delicados tenía la obligación de haber mantenido la cabeza fría y haber trasladado la seguridad necesaria a todo el equipo, también a los pilotos, pero, curiosamente, se dejaba superar por los acontecimientos, lo que innecesariamente aumentaba la presión por centímetro cuadrado que aguantaban los hombros de Vettel.

Desde luego no le quito la culpa a Sebastian, que la tiene, pero a mi modo de entender, el pato no debe pagarlo él. Proporcionalmente hablando, el desastre de Maranello es de Maurizio y debería ser él quien corriera con los gastos.

Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Probablemente Maurizio haya hecho este mismo análisis.
Probablemente (y conociendo el paño) haya deliberadamente enfocado todas las luces hacia Seb.
Probablemente sea su manera de cuidarse el culo, manejando todo desde la retaguardia mediática.
Quedaría por ver cómo están las cosas puertas adentro, digamos en la cocina...