No es por nada, pero vivíamos mucho mejor con Mel Brooks al frente de la FIA. El tipo, ahí, compaginando sus quehaceres en la Federación con su labor en el cine. Una pena que se le agotara el mandato, y una pena aún mayor que su sustituto ande poco menos que en paradero desconocido desde que llegó a una especie de acuerdo de no agresión con Domenicali.
Me gusta Mohammed, bueno, me gustaba, ya que ahora mismo no sé ni qué decir, que tal parece que después de insinuarse bravío ha vuelto a perder el control del R28 y lo ha esnafrado todito entero contra las protecciones...
Habíamos quedado en que, como telón de fondo de su oposición frontal a Liberty mostrada estas últimas temporadas, andaba la cosa de la renovación del Pacto de la Concordia, pero ha sido que la norteamericana haya pasado el borrador a los equipos y que Ben Sulayem se nos haya deshecho como un azucarillo en agua tibia, seguramente porque la parte de pastel que va para la FIA ha sido tan sustancialmente generosa que ha servido para callar la boca al dubaití.
Pena, otra pena a sumar al rosario de pesadumbres que voy relatando. Y es que sí, se ve que me hago mayor, más de lo que querría, y echo en falta la serenidad histriónica que iluminaba el semblante de Brooks mientras lo hacía todo a la chita callando. Y sus buenas tajadas que se levantaba sin hacer tanto ruido; que al menos te reías, vamos...
Os leo.
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