Y ahora Horner

Mientras los años siguiendo Formula 1 —ficticia o figuradamente, o de manera contrastada y contrastable—, amén de agriarles el carácter, generan acumulación de lípidos y colesterol en el torrente creativo de nuestros ascetas y gurús, a otros nos afina el olfato y el sentido del humor.

A lo que vamos, que me distraigo. Lo sencillo era entrever un vínculo casi indiscutible, según los eruditos, entre el pifostio que montaron al matrimonio Wolff en diciembre y la que le acaba de caer a Horner; lo complejo, empero, era acercarse al abismo nietzscheano y dejar que él te devolviese la mirada.

Cerrad las cortinas y los postillos, apagad la luz y encended sólo una vela...

El pasado 4 de julio Rishi Sunak agasajó en el 10 de Downing Street a lo más granado de nuestro deporte —excepción hecha de la FIA, Ferrari, Alfa Romeo y Alpha Tauri—, reunión informal de la que dimos puntual cuenta en Nürbu unos días después, concretamente el 13 del mismo mes [Todo al 10]. Bien, Otmar Szafnauer asistió y fue despedido de manera fulminante el 28 de julio. ¿Casualidad?

Como en el combo también iba Alan Permane y, en cierto modo, el bueno de Otmar había hecho méritos suficientes para que lo largaran de Alpine, obviamente nadie cayó en la cuenta de que podía no ser una casualidad, y es que Guenther Steiner también se acercó, y mira tú por dónde: Haas ha prescindido de sus servicios este pasado enero. ¿Lo vais pillando? Aston Martin fue invitada y a partir del Gran Premio de Gran Bretaña rompió su buena racha...

No digo ni que sí ni que no, pero David Richards y Stefano Domenicali no duermen bien desde entonces porque reciben la visita en sueños de Ben Sulayem disfrazado de Ebenezer Scrooge. Como mencionábamos antes, en diciembre les tocó el gordo a Susie y Toto, quien ha repetido a primeros de febrero con lo de Hamilton fichando por Maranello... y ahora Horner.

El 10 de Downing Street podría estar encantado, al estilo del Hotel Overlook donde Jack Nicholson pierde la chaveta; o peor aún, Rishi Sunak es gafe.

Pensadlo bien: ¡y ahora Horner! ¿A que da mal rollo?

Os leo.