Basta tirar de hemeroteca y comprobar cómo Renault no contaba en 2020 ni para protagonizar un buen año ni para abrirse al futuro renombrada Alpine-Renault y con Fernando Alonso en uno de sus asientos oficiales. El acuerdo de septiembre de 2019 entre McLaren y Mercedes-Benz para la campaña que viene había obrado un extraño sortilegio entre la prensa especialista... que ha saltado hecho pedazos esta temporada que acabamos de terminar, aunque, siendo honestos, hay que decir que no ha habido milagro en sentido estricto sino toneladas de trabajo.
El RS19 manifestaba un delicado compromiso entre eficiencia aerodinámica y unidad de potencia que quedaba resuelto de base con el RS20 [Desde el sofá (Renault)], de manera que con un conjunto aero menos exigente, la de Enstone podía centrarse en el motor híbrido, en sus prestaciones y fiabilidad.
Así esbozaba mi pronóstico en mayo, casi un mes antes de que el campeonato se pusiese en marcha: «Sea como fuere, Ocon y Ricciardo serán los que definirán sus opciones en 2020 si esto arranca de una puñetara vez. Y es que resueltos (aparentemente) los sempiternos problemas del MGU-K de la unidad de potencia gabacha, y con una aerodinámica enfocada a hacer virtud de los defectos, el RS-20 se postula como un vehículo con capacidad de sortear los arrecifes de esta sesión y la venidera» [F1 Returns (Renault)].
Y sí, Enstone ha terminado la sesión ocupando la quinta plaza en la general de Marcas, a bastante distancia de Manarello y Faenza y casi en un puño con la de Silverstone, cómoda y sin presión, pero ofreciendo mejores vibraciones que en 2019, cosa que, sinceramente, sí considero que era el objetivo real.
Os leo.
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