The Impossible Dream

No tengo muy claro que Sebastian esté contento con el SF90. Había pedido un pepino para 2019 y, en plan chiste malo, da la sensación de que Maranello se lo ha proporcionado.

Lo normal en la rossa era, hasta hace relativamente poco, que soñaras con un Red Bull por tu cumpleaños y al desenvolver el regalo te encontrases con un F14T. Era en tiempos de Montezemolo, cuando La Scuderia manejaba prácticamente la mitad de presupuesto que ahora. Eran, así mismo, tiempos épicos en los que la maña, más que la fuerza, daba para morir matando, o casi...

No sé, albergo la sensación de que Vettel señalaba que pretendía la luna como el Don Quijote de Man of La Mancha cantaba The Impossible Dream ante Dulcinea, un poco sabiendo que nadie se la podía bajar, ni mucho menos que podría venir acompañada de un Charles Leclerc que cada día que pasa se visualiza más y más fino.

Reading permanece tranquila a estas horas. Oscar duerme, es temprano para él, y mi lado friki crece desmesuradamente —yo también lo tengo, ¿qué os pensábais?—, voraz, plagado de urgencias, en cierto sentido necesitado de restañar viejas heridas. Mercedes AMG todavía no ha enseñado la patita, pero me juego la mano con que dibujo a que este escenario no era el que imaginaba nuestro tetracampeón del mundo cuando suspiraba por un cohete, fundamentalmente porque no es lo mismo un misil en manos de Milton Keynes que uno vestido de rosso corsa (mate) con Leclerc de compañero.

Vamos a disfrutar del mejor Seb de la última década o lo vamos a ver morder el polvo de mala manera. En todo caso, estoy preparado para responder a cualquiera de las dos coyunturas.

Forza! Os leo.