¡Ahí dentro va un piloto...!
Sí damas y caballeros, ahí dentro podemos ver conduciendo a Kimi Raikkonen el primer Alfa Romeo de la era postmoderna, y se lo podremos contar a nuestros nietos en lo que supone un hecho sin igual, ya que manda un poco de narices que, en pleno 2019, las presentaciones de los monoplazas consistan más o menos en ver qué coche resulta más provocador y, en consecuencia, más líneas, titulares, fotografías o planos, acapare en los medios de comunicación.
Vaya por delante que me da la mollera para comprender que nuestros expertos anden a la greña por ver quién de ellos grita más alto ¡oh, ah!, o es capaz de trasladar al público y sus lectores o seguidores en redes sociales un orgasmo más pronunciado y evocador, mientras Ferrari admite que con la nueva normativa ha perdido 1'5 segundos por vuelta y Pirelli insiste en que ha endurecido sus gomas y vamos a un paso por garajes sí o sí. O, mismamente, cuando Williams acaba de certificar que mañana no entrenará en Montmeló porque una partida de piezas ha llegado tarde, concretamente las mismas que habían impedido que realizara el filming day previsto para este mismo fin de semana.
Hay cosas que no cambian y otras que van demasiado rápido. Bueno, admito que ya soy un señor mayor que aunque tiene a gala saber adaptarse a lo que le echen a veces aterriza en la actualidad con el pie cambiado. Creo honestamente que es el caso. Nuestra Fórmula 1 ya no está enfocada a septuagenarios que gastan Rolex en la muñeca, y aunque a mí me siga gustando desperdiciar alguna tarde escuchando a Johnny Cash o releyendo a Truman Capote, la diana a día de hoy es la chavalería de toda la vida, la misma que se empapa de chorradas, siempre y cuando la hamburguesa resulte atractiva y se digiera rápido, un suponer.
Así sí es comprensible que los departamentos de relaciones públicas de los equipos parezcan estar más concentrados en generar hype o redundancias que en proporcionar información de la buena. La verdad deja espacio al clickbait y todos tan contentos, básicamente porque en la segunda parte contratante de la segunda parte, impera la necesidad de que todo parezca hermoso de la muerte, al meno hasta que Melbourne dicte sentencia.
En 2014 nos llevamos un morrón de aúpa por esto mismo. Aquellas presentaciones fueron la polla de Bedoya y la pretemporada: una secuencia de fabulosos pronósticos, incluso para Red Bull, que la pobrecita no levantaba cabeza. Luego llegó Paco con la rebaja y en Melbourne tocamos suelo. Los vehículos iban lentos, apenas metían ruido, daban ganas de devolver el producto por no ajustarse a las promesas de la publicidad, pero pocos se atrevieron a hacerlo porque, en el fondo, nos dan una peonza y nos entretenemos lo mismo.
Pero una cosa son los usos y costumbres y otra bien distinta el abuso de una costumbre. Los monoplazas van a sufrir modificaciones entre los primeros entrenamientos y la primera carrera porque para eso está lo que llamamos pretemporada, lo que no quita que no podamos mandar a la mierda toda esta serie de artificios. ¿No quieres que te graben? Basta que no dejes que lo hagan. ¿No quieres que te copien?, sencillo: no enseñes nada hasta el comienzo del lío en Barcelona...
Haz lo que te dé la gana pero no conviertas un episodio tan bonito y esperado por la afición en una especie de pasarela de excentricidades con tal de ganar cuota de share, y sobre todo, no la tomes por tonta. Cualquier rival armado con una cámara térmica, sabrá mañana mismo el 80% de vuestras intenciones, y en cuanto los fotógrafos del paddock afinen el tiro en sus instantáneas, la totalidad de los secretos quedarán al descubierto antes del miércoles próximo.
¡Ahí dentro va un piloto...! Pero también un montón de ilusiones sobre las que no tenéis ningún derecho. El clickbait está bien, pero no parece el camino correcto porque para Australia ya sabremos de qué pie cojea cada uno, incluso Williams, que empieza un día más tarde que los demás. ¡Oh, ah!, orgasmo va y orgasmo viene, nuestro deporte ha perdido terreno con el nuevo reglamento por mucho que los plumillas luchen a brazo partido por proteger sus alubias a fin de mes. Lo honesto, a mi parecer, sería hablar de esto en vez de qué decoración resulta más molona... Tempus fugit!
Os leo.
Os leo.
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