Desde Le Mans o Montecarlo a Mar del Plata [Los GP Internacionales de Mar del Plata, 1948 a 1950 (E. Ferreira)], etcétera, incluso con décadas de separación y respondiendo a las necesidades específicas de cada época, el interés por fomentar las carreras de automóviles alrededor del nombre de una población ha respondido siempre a las mismas constantes: incentivar la economía regional y crear tejido social.
El trazado Lasarte-Oria no fue ajeno a esta dinámica, y escribo en pretérito porque, desgraciadamente, supuso un bellísimo episodio de nuestra historia deportiva que quedó arrinconado por el inicio de la Guerra Civil, en primer lugar, y por la pacata concepción del automovilismo que impusieron las autoridades durante el largo periodo que abarca desde mediados de 1936 hasta bien entrada la década de los sesenta del siglo pasado —como veremos en otro momento y otro lugar de Nürbu [#GPEspaña], la actividad se mantuvo gracias al tesón de iniciativas privadas que por el apoyo de la dictadura de Franco.
Circuito de Lasarte. Memorias de una pasión (Fundación Kutxa, 1998) viene a restañar esta profunda herida que mantiene aún hoy nuestra memoria, en un volumen de gran formato y lujosa presentación, que ofrece una documentación exhaustiva así como anécdotas, datos de calado y fotografías, que, a lo largo de sus 332 páginas, nos hace partícipes de los intereses que movieron a la burguesía y empresariado guipuzcoanos a convertir San Sebastián en un núcleo turístico de primer orden mundial —con el acicate de que la Familia Real española había elegido La Bella Easo como destino para sus vacaciones estivales—, de los abundantes logros obtenidos, por supuesto, y nos aclara también cómo desde 1923 este estímulo se prolongó con éxito en el tiempo hasta permitir acoger varias ediciones del Gran Premio de España y un Gran Premio de Europa.
En la actualidad, la obra continúa siendo el único libro monográfico sobre el Circuito de Lasarte, y es por ello que resulta una pieza clave a la hora de contextualizar debidamente el periodo abarcado.
Si tenéis previsto adquirirlo lo mejor será que os pongáis en contacto con el autor [correo electrónico], no sin antes aprovechar para pasar un maravilloso rato buceando en la página web [dentro enlace] que tiene dedicada a su encomiable trabajo.
Os leo.
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