Hay que echar la vista atrás, pero muy atrás, para dar con un monoplaza F1 que no se parezca al de al lado. Se trata de la normativa técnica, obviamente, pero también de la cortedad de miras de quienes la han elaborado, que muestran tanto pánico a una confrontación real de ideas y conceptos que prefieren la jaulita para jilgueros que se han montado con el placem de la FIA y a la que llaman pomposamente máxima disciplina del automovilismo deportivo, el pináculo de lo que puede dar de sí la mente humana cuando el hombre y su máquina compiten por ser más rápidos que nadie.
Produce una lástima tremenda comprobar cómo la Fómula 1 languidece mirándose el ombligo de manera autocomplaciente. No hay ideas, sólo versiones de un mismo concepto, matices, y tanto es así que hay más posibilidades de triunfar encontrado lagunas en el reglamento que diseñando cosas novedosas que, a lo mejor, nos abrirían los ojos y, de paso, los del sector de la automoción. Pero claro, para eso hay que aceptar que competir de verdad conlleva riesgos y por ahí no pasan ni la Federación, ni el FOM ni los equipos. Se vive tan agustito...
Os leo.
1 comentario:
Efectivamente. A la larga, tanta tontería enmascarando que se venden los campeonatos al mejor postor, que otras categorías sin tanto renombre les están adelantando por el exterior de la curva. La famosa frase de Alonso en Suzuka 2015 sólo era para pedir un motor de verdad: ¡GP2 Engine!
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