¡No es un niño!

Llevo aquí algo más de trece años y a fe mía que no recuerdo una temporada tan impregnada de bulos y chismorreos como ésta. No digo que no esté bien tirar de suponibles pero no es de recibo que ganen la partida a lo tangible y, además, por goleada. 

Esto es Fómula 1, la que dicen máxima expresión del automovilismo deportivo. Existen razones para todo lo que sucede en su seno y hay alternativas casi para cualquier coyuntura, y aquí es donde rasca muchísimo que por llenar cuatro páginas y atraer unos pocos lectores que hagan clic en la noticia correspondiente, la prensa y los redactores de contenidos anden quemando barcos todos los días por si por un casual...

Checo está viviendo una situación de divorcio en Racing Point que, en sus propias palabras, resulta duro; y, pienso, no es ni medio normal que estemos situando al de Guadalajara en cualquier sitio disponible de la parrilla, ya que sin querer, o queriendo, lo estamos malgastando de tanto sobarlo. 

Sergio no merece este trato irrespetuoso, y lo digo con la mano en el corazón. Es adulto y su madurez le ha llevado a señalarse como un piloto que va a echar de menos Aston Martin. Aquí se para nuestro cronómetro, o mejor dicho: debería pararse porque no conocemos ni media de lo que se cuece en el paddock. El mexicano es noble y, no me cansaré de repetirlo, está dando centuplicado lo que recibe de su actual escuadra, mostrando un pundonor en pista que muchos otros quisieran. Es inteligente, cauto y permanece bien arropado, es seguro que está trabajando en su futuro a partir de 2021. Confío en él porque en su carrera profesional ha dado suficientes claves para ganarse ese mínimo respeto por mi parte, incluso contando aquel infausto 2013 en que casi se quema en McLaren.

Repito por si no se me ha entendido: jugar con los futuribles no es pecado, pero en el caso actual de Pérez casi apetece decir ¡basta, dejadle en paz!, ¡no es un niño!, pues sea lo sea que nos depare el mañana que está dibujando seguro que nos compensa a sus fans.

Os leo.