Una mierda de prueba

Ésta es una de esas entradas que me va a granjear enemistades por decir lo que siento que hay que decir sin verme apremiado por la necesidad de enjabonarle la espalda a nadie. 

Parece que toca alabar una mierda de carrera porque la ha ganado un tipo que ayer brilló como ocurre pocas veces en Fórmula 1, pero, fundamentalmente, porque a la hora de irnos a la cama, después de haber hecho pipí, enfundarnos el pijama y haber repartido besitos, para conciliar el sueño necesitamos creer que como aficionados somos diferentes a los que siguen otros deportes. 

Mientras escribía esta mañana [No son 12 segundos] sabía perfectamente qué puntal del puente iba a dinamitar a estas horas. Soy bastante cabroncete, lo reconozco. En fin, la vuelta rápida en 2008 la marcaba Raikkonen en el giro 14 y la deja prácticamente imbatible durante una década en 1'45''599. Hoy se la ha llevado Magnussen, en la 50, en lo mejorcito de su cuarto stint, que hay que contarlo todo.

1'41''905 como récord en 2018 no está mal, nada mal. Lo que pasa es que la diferencia a 11 años vista es de tan sólo 3'694 segundos, no de 12, como se cantaba ayer, y lo que es peor, mientras Iceman conseguía su crono atacando a Hamilton en los primeros compases de la cita, es decir: en una acción de combate en pista, en 2017 el británico batía el tiempo del finlandés y lo dejaba en 1'41''008, simplemente por enseñar herramienta a pocos kilómetros del banderazo final. 

El de Tewin iba a ganar el Gran Premio del año pasado sí o sí, y aprovechando la coyuntura sacaba polla y rompía el registro, igual que Kevin esta tarde, quien aprovechando el espacio que había dejado tras de sí Checo Pérez, puesto que alcanzar al de Guadalajara estaba bastante caro, por no decir imposible, ha encontrado su lugarcito en la historia a golpe de acelerador, coche y manos...

Si no sois capaces de verlo poco puedo hacer por vosotros, la verdad. Kimi hace una machada en 2008 con La cabalgata de las Valkirias sonando en la noche de Singapur. Sin embargo, Hamilton y Magnussen nos recuerdan por qué el espectáculo es una mierda, ya que con coches que pueden ir 9 segundos más rápidos, se hace la VR cuando no hay riesgo y sólo aspiras a que te salgan 3'7 de ganancia.

Y es que, claro, metes todas las variables en el ordenador y como las Pirelli son una porquería y unos ultrablandos te duran 47 vueltas, te sale una parada como estrategia óptima. Y como al equipo de al lado y al otro les sale lo mismo, todo Cristo va a un paso por garajes por no arriesgar, algo que en Fórmula 1 debería ser considerado pecado mortal, y así nadie intentará sorprender a nadie porque la jugada ganadora es la más cauta y siempre va a ser la más cauta. Y la cosa pasa por engañarse unos a otros como críos en un parvulario. Y la carrera queda sosa, mierdera, y aunque la liturgia señale que lo apropiado sea enmarcarla como suprema, cuatro idiotas, entre los que me encuentro, insistimos en que flaco favor nos hacemos mirando para otro lado.

Ya concluyo, no temáis. Hamilton ha ganado cómodo. Sin rival por mor de las circunstancias —Ferrari también iba a una parada, of course!—, ha triunfado en tierra para sosos, en lo que de siempre se ha considerado en lo nuestro una mierda de prueba. ¿Hay que elevar al inglés a los altares? ¡Pues vosotros mismos! Pero que no se nos olvide que la vuelta rápida en el Gran Premio de Singapur de esta temporada la ha conseguido un Haas que ha terminado en la penúltima posición.

Os leo.