Si ponéis a este texto la voz de Rocío Jurado seguramente lo disfrutaréis con mayor intensidad, en todo caso, ya os advierto que pretendo ser breve.
Soy consciente de que uso mucho la palabra disfrutar pero, a la vez, cada día me resulta más frecuente encontrar gente cercana que ha dejado de hacerlo no por el deporte en sí, sino por la cantidad de morralla que se arremolina a su alrededor. Uno de ellos me confesaba el año pasado que había dejado de intervenir en el foro donde nos conocimos porque antes la gente compartía ideas y gozaba descubriendo cosas nuevas, y ahora, simplemente, todo se había convertido en ver quién la tenía más larga y quién imponía su razón...
Es un mal que nos aqueja al que suelo referirme cada cierto tiempo, y es verdad que de unos años a esta parte se nota cada vez más la apestosa presencia de cretinos que luchan como si les fuera la vida en ello por ganar el premio al gilipollas supremo. Desde luego no voy a cambiar. Estoy mayor y desde el 3 de agosto de 2007 he visto de todo aquí y en cuantos lugares me han abierto sus puertas a partir de entonces, incluso de los que me las han cerrado he aprendido algo. En realidad, conozco tantos secretos inconfesables sobre los protagonistas de nuestra realidad cotidiana que casi valgo más muerto que vivo.
Entiendo a los que me dieron la espalda y a los que vinieron a Nürbu para prosperar y más tarde me han dado la espalda. También entiendo a los que dicen que no me leen y me dan la espalda en público pero usan mis ideas o me escriben por privado para felicitarme el cumpleaños, por ejemplo. Entiendo todo porque sé de que va el mundo y el género humano, y, en concreto: porque sé perfectamente de qué va este mundillo de farándula en el que sólo vales lo que aparentas. Les voy a hacer un favor cuando me vaya, eso también lo entiendo...
De momento, y en lo que a mí respecta, tenemos humor asegurado hasta el 31 de diciembre próximo, a partir de esa fecha: Dios dirá. Pero sea lo que sea que suceda entonces, no perdáis de vista el verbo disfrutar. El humor parece herido de muerte pero volverá, independientemente de que lo haga en la cafetería de nuestro bar de la esquina o en un lujoso salón como el que decora el encabezado de esta entrada. El humor es inteligencia y no depende de atmósferas. Depende exclusivamente de nosotros y de lo que hacemos con nuestras vidas. Buscadlo en cada recta y curva de cada Gran Premio y estaremos salvados, y entretanto, dejemos que los gilipollas y los cobardes sigan luchando por su premio. Se nos jodió el humor, pero no está todo perdido.
Os leo.
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