sábado, 8 de septiembre de 2018

Como dos gotas de agua


Casi con total seguridad, Niki Lauda sacudiría con su casco a quien le viniera con el cuento de que en 1977 disfrutó de un coche dominador al estilo de los Mercedes AMG W05 a W09. 

La historia resulta muy bonita cuando la cuenta el abuelo a los nietos, pero tiende a joderse en cuanto toman voz los auténticos protagonistas: los malos no eran tan malos ni los buenos tan buenos, tantas cosas importantes ahora no lo eran en realidad entonces. Afloran los grises y empastan las luces y sombras del cuadro, incluso el barniz nos traiciona y por vejez termina apagando los colores... Todo sucede como en la vida misma, porque en el fondo, 1977 era tan vida como nuestra actualidad.

Es recurrente encontrarnos en nuestro entorno con adalides de la verdad absoluta que aplican al pasado una perspectiva de presente. Buscan similitudes y arman el andamio correspondiente, y a él van sujetando todas sus verdades como si no existiesen otras, incluso más sólidas.

Un buen historiador jamás cometería este pecado de distorsión, y un buen especialista del motor tampoco debería hacerlo aunque resulte el camino más fácil, total, juegas un poco con los números y los datos y ya tienes una bonita narración en la que hay etapas dominadoras a cascoporro, todas ellas listas para consumir después de calentar unos minutos en el horno microondas. Y así, el ayer explica perfectamente el hoy porque, ¡nos ha jodido mayo con las flores!, es un burdo reflejo de nuestro presente. ¿Cómo no se van a parecer como dos gotas de agua?

Y lo cierto es que basta comparar una realidad con otra sin prejuicios ni apriorismos (¡ojo con todo esto!), para comprobar una vez más que si nos la continúan metiendo es porque nos dejamos, ya que repito: a Niki no le cuentas estas milongas...

Me voy a La Morgal. Os leo.

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