viernes, 7 de septiembre de 2018

Novelas de capa y espada


Esto ya ha empezado... Dijo que cerraba una etapa para tomar un respiro largo, corto, en el fondo qué más da. También insinuó que si lo veía bien a lo mejor volvía, aunque está la cosa tan enrarecida en nuestro deporte que a ver quién es el guapo que se juega un jamón en esta quiniela.

Y pasa ahora que se lo ha puesto tan sumamente fácil a todos aquellos que le esperaban con la escopeta cargada con posta lobera, que incluso se hace complicado para los que sabemos que esto ha comenzado, asimilar que Fernando sólo se marcha de la Fórmula 1 porque tiene ante sí otros muchos retos por explorar...

Hay siete oportunidades por delante para que los genuinamente bobos sigan escupiendo al cielo esperando que Dios no tome venganza. Por suerte para todos, después de Singapur serán seis y cinco tras Sochi, y así, para cuando lleguemos a Abu Dhabi todo habrá terminado aquí y no quedarán más novelas de capa y espada que escribir aunque, seguramente, habrá quien todavía crea que a Alonso lo empujan a irse cuando el asturiano se va porque le da la gana, porque ha elegido hacerlo, como ocurrió en Renault, en McLaren y en Ferrari.

Ahora mismo está decidiendo qué hace con su futuro y con qué sueño se queda a partir del año que viene para compaginar su aventura en el super WEC (World Endurance Championship FIA). Anteayer probó un monoplaza IndyCar en configuración road.

Dicen que lo hizo muy bien, que sus tiempos fueron algo más que razonablemente buenos. Se le vio contento, pero aquí en España, en la España negra y envidiosa que también dio la espalda a Seve Ballesteros o recuerda a Miguel Induráin como un ciclista que escapó por los pelos de los rigores antidopaje, se prefiere insistir en el supuesto camino al calvario que el de Oviedo ha comenzado a recorrer hasta que concluya esta temporada.

Fernando también ha elegido que sea así. Muy bien podía haberse guardado sus cartas hasta principios de diciembre, pero ha preferido encarar su mañana permitiéndonos saber qué hace y dónde va. Hay quien no lo entiende y sigue abocetando malas novelas de intrigas palaciegas en las que el malo siempre es el otro y la princesa se fuga con el herrero del pueblo, pero al Nano que le quiten lo bailao. Se dispone a escribir de puño y letra una bonita historia de la que sólo él sabe el comienzo y con qué pluma se escribirá, en la que seríamos rematadamente imbéciles si no participásemos, porque si hay algo de cierto en todo esto es que Alonso nos ha tendido la mano para que le acompañemos, como ha hecho en sus años en Fórmula 1.

Os leo.

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