domingo, 12 de agosto de 2018

La comunión [#Nürbu 29]


En su configuración moderna, la cuerda del Nürburgring acoje en su interior pequeños núcleos de población que permanecen unidos por carreteras comarcales. La zona es mayoritariamente católica y existen templos como la Catedral de San Juan Bautista (Adenau, al lado mismo del trazado) o la Iglesia de los Santos Simón y Judas (Herschbroich), etcétera, y también unas cuantas capillas diseminadas por el territorio, obviamente dedicadas a diferentes advocaciones.

Nunca he podido corroborar la exactitud de la anécdota que paso a relatar aunque quien me la contó a mí está fuera de toda duda. No era aficionado al automovilismo, sino sacerdote. Alemán para más señas. Coincidimos hará ahora unos 23 o 24 años en la Casa Balneario de Carranza, donde residía el cura que me casó y me enseñó, también, a pronunciar Mijael Schumacher. 

Él había sido ordenado en Limburg, muy cerquita de Coblenz (a menos de una hora en coche de Adenau) y había desarrollado sus primeros pasos pastorales allí antes de partir a África y mucho más tarde, ya viejo, retornar definitivamente a Europa. Y tenía un buen amigo también sacerdote —¡qué anécdota sería ésta si no hubiese un amigo de un amigo!—, quien a la postre es el auténtico protagonista de esta historia.

El amigo de mi conocido tampoco era aficionado a los autos de carreras. Atendía alrededor de 1955 o 56, o quizás 57, a los feligreses de una zona rural aledaña a Quiddelbach, que recorría en bicicleta para dar los sacramentos a los impedidos o ancianos que no podían asistir a misa los domingos en la capilla de San Judas Tadeo (este santo en cuestión es bastante querido en Alemania). Y precisamente un domingo de agosto, cuando se disponía a abrir la puerta para preparar los oficios, encuentra en su camino a un tipo impecablemente vestido que a pesar de parecer extranjero hablaba un perfecto alemán.

Hacen las presentaciones aunque lamentablemente para nosotros, allí se quedaron. Y el extraño pide a nuestro sacerdote que le confiese y le dé la comunión antes de comenzar la misa, cuando no hay nadie que pueda reconocerle. Le ofrece dinero por el favor, cosa que el curilla de pueblo rechaza señalándole la limosnera. Y sin más dilación nuestro protagonista lo confiesa primero y tras pronunciar un par de oraciones también le da de comulgar, tal y como había solicitado...

Mi conocido recordaba la anécdota con evidente ternura. Su amigo cayó en la cuenta de que aquel domingo se celebraba el Gran Premio de Alemania cuando el enigmático personaje ya había desaparecido. Siempre sospechó que se iba a enfrentar al Nordschleife.

Os leo.

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