The Blowers Daughter

Puedo escribir los versos más tristes esta noche, como Neruda, pero comprendo que no se trata de eso, tan sólo de eso...

Me llevo mal con los melifluos y los soplagaitas pero no es de ahora, tranquilos, que hay quien incluso para esto se apunta a ser el primero de la fila. Viene de antiguo, de un lejano tres de agosto de 2007 —en cinco días me caen once años aquí—, y cuento todo esto porque ayer pacté tregua de Navidad con Sebastian [No voy a dejarte solo] y esta tarde, por el canto de un duro no he roto mi promesa y me he plantado en Hungaroring con la Tardis para meterle dos órdigas al alemán.

Hemos sacado 3 puntos extra sobre lo previsto para el mejor escenario, pero también hemos estado a punto de irnos literalmente a la mierda en el adelantamiento de Vettel a Bottas, simplemente porque el de Heppenheim sigue sin entender que no hay que andar enseñando la herramienta a todas horas.

Nos hemos librado de un pinchazo forzando el adelantamiento a Valtteri, y eso, que hoy nos ha venido La Virgen a ver y estamos narrando la hazaña en términos positivos cuando de haber salido mal, nos estaríamos ciscando en lo que no está escrito porque Lewis andaría más lejos de lo que está ahora.

Asumo que el vettelismo se conforma con que su ídolo encienda las luces del garaje el primero y las apague el último. El tío es un humilde que mola mogollón, pero Ferrari necesita ahora más que nunca evitar riesgos innecesarios, y hace unas horas, el protagonista de esta entrada ha dado (de nuevo) muestras de no saber a qué juega, porque a punto ha estado de irse al carajo luchando con el número dos de Brackley. Que si hubiese sido con Hamilton seguramente le estaría aplaudiendo hasta que se me abrieran en carnes las manos, para qué voy a engañaros, pero con Bottas, arriesgarse tanto ha supuesto una supina estupidez.

Y el problema sigue estando aquí, en el mismo punto que lo dejamos siempre: en que Vettel no pilla el espíritu de la ecuación y siempre acaba siendo presa de su puto ego.

Tenía al finlandés a puntito de pepitoria. Podía haberle adelantado en la recta siguiente, en una curva más abierta, en el giro posterior, pero el tetracampeón ha decidido que ése era el momento adecuado y mira por dónde, si el alerón delantero del coche del de Nastola llega a herir el neumático de su SF71H, todo se podía haber ido a la mierda.

Nos ha salido bien pero asumir ese riesgo podía habernos resultado fatal. Y aquí es donde echo de menos una mentalidad ganadora en el habitáculo de una Ferrari: en no saber en qué batallas te metes y en no comprender que hay aventuras que merecen la pena y otras que no.

Sebastian no tiene cogida la medida a lo que lleva entre manos. Hoy por hoy es La Scuderia en pista y por estas cosas me cuesta tanto creérmelo del todo. Lewis ha aumentado su ventaja en la de Pilotos y Mercedes AMG resiste en la de Marcas, a esto, antiguamente, se llamaba hacer un viaje que no requería tanta alforja. Entiendo a los vettelistas, a fin y a cuentas, el alemán corre para sus adeptos, pero como tifoso tengo que decir que no, que así nos vamos a volver a ir al cagarro como en el momento menos pensado la suerte nos dé la espalda. Y ya sabéis la historia, en Fórmula 1 hay que contar con la diosa Fortuna, pero nunca debes fiarte de ella porque a veces te coge el teléfono y te dice que ya te llamará, aunque luego ni se molesta.

Y eso, que os leo.