Dicen que sonaba un anacrónico Recuérdame en su versión arrullo cuando Pedro Rodríguez perdió la vida el 11 de julio de 1971 en el Norisring de Núremberg. Aquel fue un día muy amargo para todos los amantes del automovilismo y la velocidad...
Apenas un mes antes, después de verse obligado a abandonar junto a su compañero Jackie Oliver [Días de Trueno, 1971 (#24LeMans 39)], el vencedor de la edición de 1968 de las 24 Horas de Le Mans, «Ojos de gato» por su pericia y virtuosismo al volante circulando en la oscuridad, no imaginaba que no volvería a pisar La Sarthe ni sabía de la película Coco ni que los monstruos sagrados de la Resistencia dejarían de competir; así y todo, como un gallito de pelea, repasó por última vez con su mirada la silueta del santuario francés y musitó: ¡recuérdame!
El mayor de los hermanos Rodríguez de la Vega desconocía que pronto volvería a juguetear con el chamaquito Ricardo y, desde luego, que sería recordado siempre en Le Mans porque su récord conseguido en la clasificación todavía permanece imbatido.
Sobre un Porsche 917LH de la John Wyer Automotive Engineering Ltd., distinguido con el dorsal número 18, pulverizó el tiempo por vuelta dejándolo para la inmortalidad en unos intocables 3 minutos, 13 segundos y 9 décimas. Rodó a 250,069 kilómetros por hora de media, habiendo obtenido una punta en la recta de Mulsanne que superó brevemente los 400.
Decía Senna que hablaba con Dios, pero no fue el único...
Os leo.
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