Mulsanne corner es la curva que cierra la parte más vertiginosa de La Sarthe, una vez superadas la larga recta de Les Hunaudières y la que lleva su nombre, que, por extensión, bautiza desde hace décadas como Mulsanne Straight toda la zona...
Bueno, la carrera va a comenzar mientras escribo este texto, nosotros ya estamos listos, y como por algún sitio había que iniciar viaje, he recordado una vieja anécdota que me contaron hace ya tiempo y no he visto referenciada en ninguna parte, vamos, que a lo peor me la metieron doblada.
El caso es que antes de la incorporación de las dos chicanes y el suavizado del peralte que dividía de manera natural Les Hunaudières y Mulsanne Straight [La rampa de despegue #25TLM18 (12)], al bendito giro a derechas se llegaba a muchísima velocidad. Si los coches de fábrica o de equipos potentes lo alcanzaban con sus conductores cruzando los dedos para que todo respondiera como se esperaba, imaginemos ahora lo que suponía para los vehículos que no las tenían todas consigo.
Sí, claro, se podía bajar la velocidad con antelación para sortear el tramo, pero eso no se lo podías decir a un piloto de los de antes... Cada cual tenía localizados sus puntos de referencia para empezar a reducir y tocar el pedal, pero entre que la mecánica no estaba a veces por la labor debido a la fatiga, o se apuraban unos segundos o se disputaban unos metros a un rival, en Mulsanne corner se regalaban boletos para salirse de la pista, que ni tan mal si llegabas a poder contarlo después.
Bueno, el lugar era peligroso de narices y se le tenía un respeto tremendo, vaya por delante, pero era también un posible punto de reunión para los que no aspiraban a la victoria final y sabían de qué cuero estaba hecho Le Mans. De aquí me contaron que surgió la extraña manera de desearse suerte que utilizaban los pilotos que aceptaban que lo normal, en La Sarthe, era sufrir algún accidente sin tener muy claro cuándo.
Os leo.
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