Vamos a empezar la jornada con alegría y buen humor ya que a final de mes nos van a pagar lo mismo, y eso si logramos cobrar...
Decía hace relativamente poco que la cosa está pobre de narices para que cualquier piloto de la parrilla sólo se pueda parecer a Ayrton Senna o a Michael Schumacher, y no por su incuestionable calidad como ejemplos, ¡hasta ahí podíamos llegar!, sino porque da la sensación de que no existen más modelos a los que parecerse.
Tampoco vamos a pedir peras a un olmo, la verdad. El paddock se nos ha llenado de dignos representantes de la cultura de la ostentación de lo superficial. Viste mucho dirigir una escudería catalogando a tus pilotos como Sennas o Schumachers redivivos, lo malo es que debajo de este barniz no suele haber nada.
También decía que un Chapman —quien menciona a Colin habla de cualquier de nuestros gigantes antiguos—, podría definir nuestra parrilla a base de parecidos razonables, aludiendo a figuras que desgraciadamente son como las lágrimas de Roy Batty —«like tears in rain»— y hoy apenas se recuerdan como anotaciones al pie de fotos en blanco y negro, y a veces, ni eso.
Y lo malo de esta escasez de recursos no es sólo la pobreza intelectual que acarrea, más bien, que solapa la esencia de lo que supone conquistar el Mundial de Pilotos o luchar por él: descubrir fenómenos y ayudar a convertirlos en leyenda.
Puede doler leerlo, pero también pasó con Ayrton y con Michael. Allí había espacio para savia nueva, uno podía ser único e irrepetible sin necesidad de parecerse a nadie, hoy, sencillamente no hay sitio para lo genuino.
Os leo.
1 comentario:
Quién fue el que dijo que todos los años había un campeón, pero que no siempre un Gran Campeón...
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