sábado, 21 de abril de 2018

Lorenzo


Los sábados de fin de semana en que no hay Fórmula 1 son un poco como los pasillos de un internado en vacaciones, o los de los hospitales de noche, en planta, cuando velas a un enfermo y te escapas de él, de ti, de todo, pensando en que hay urgencia por estirar la piernas o fumarte un pitillo sin que te vean.

Lorenzo choca en Mónaco y dicen que Enzo Ferrari, quien estaba disfrutando de la prueba a través de la RAI italiana, sintió que jamás volvería a verle con vida al percibir la sorpresa y el noqueo del comentarista de televisión y observar en la pantalla la columna de humo negro que ascendía del puerto.

Il Commendatore llevaba razón en su intuición, el humo lo había producido uno de sus coches, concretamente el 312 dorsal número 18, el que conducía Lorenzo Bandini en segunda posición cuando en la vuelta 81 de las 100 que componían la prueba, buscando recortar distancias con el Brabham de Denny Hulme pisa una mancha de aceite, golpea las protecciones de la chicane del puerto, se destroza, vuelca y empieza a arder con su piloto dentro...

El de Al Marj (Barce) no muere en el acto, lo que convierte el accidente en uno de los más crueles que ha vivido nuestra actividad, pero la larga exposición a las llamas y el humo inhalado determinan que lo haga tres días después. Italia llora.

Nacido en 1935 en la Libia italiana de Mussolini, Lorenzo se destacará siempre entre sus compatriotas por representar el sueño del hombre hecho a sí mismo. De origen humilde, reside poco tiempo en el país africano, de donde la familia vuelve al viejo continente al poco de iniciarse la II Guerra Mundial. Trabaja desde muy corta edad en la gasolinera y taller de máquinas agrícolas de su padre, y a la muerte de éste sigue haciendo de mecánico para ayudar al sustento de la familia hasta que en 1950 se traslada a Cavezzali (Milán) y empieza allí a dar rienda suelta a su pasión por los vehículos de competición, por la cercanía de Monza y porque Goliardo Freddi, el propietario del negocio donde está contratado, goza de una clientela afín con el mundo de las carreras.

Finalmente se casará con la hija Freddi y comenzará a explorar el automovilismo deportivo.

Disputa carreras en cuanta competición sale a su paso, a veces con coche prestados, pero su fama de piloto fino al volante, delicado con la mecánica y cuidacoches,  le va abriendo puertas poco a poco. En 1958 vence en la categoría 2000 Grand Touring de la Mille Miglia y para 1960 ya es piloto oficial de Stanguellini Scuderia. En 1962 le contrata Maranello, pero no será hasta las 24 Horas de Le Mans de 1963 que se consagrará venciendo en la mítica prueba francesa junto a Ludovico Scarfiotti, a bordo de uno de los 250P oficiales.

Pero Il Commendatore sigue viéndole entonces como un piloto sin el punch necesario para liderar La Scuderia, aunque cambiarán su perspectiva la vitoria en Spa-Francorchamps de 1964, su enorme consistencia y regularidad, así como su contrastada capacidad para rehuír los accidentes, convirtiéndose en el candidato perfecto para sustituir a John Surtees cuando el británico abandona Maranello a finales de 1966...

Mayo de 1967 golpea fuerte a toda Italia. Ha muerto Lorenzo, el joven héroe italiano que conducía para la leyenda italiana, Il Cavallino Rampante. Y le recordamos en la actualidad por todo lo dicho, porque participó en la película Grand Prix, y porque desde 1992 —será en 1995 cuando adopte su configuración de entrega anual—, L’Associazione Trofeo Lorenzo Bandini de Brisighella honra su nombre y recuerdo destacando a los grandes protagonistas de nuestro deporte.

Os leo.

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