jueves, 17 de octubre de 2024

Tener o ser


Sí, también tengo un Tyrrell 006 de 1973 como el de más arriba, a escala 1/18, en la versión ganadora del Gran Premio de Bélgica de aquel año, con dos bonitos Stewart pintados en los laterales del cockpit. Si mal no recuerdo se lo enseñé a Fani y Edgardo en el primer programa que grabamos juntos [Cars a la Carta, Ep.11], reflexionando a cámara sobre la maravilla que me ha supuesto crecer gracias al automovilismo y poder, ahora, entender aquel monoplaza y codearme con ellos, con Jero y con tantos y tantos buenos amigos.

Siendo todavía un crío tallé en un taco de madera un 005, incluso le hice cuna para un motor de ventilador que iba a 4'5 voltios, con pila de petacaPara las ruedas usé tubos de caucho, cuyos talones resolví con cuchilla, paciencia y lija de agua. Para las suspensiones, desabastecí las horquillas que usaba mi madre en su pelo. ¡Qué guapa estaba Amama!

Mi infancia rebosa bautizos, comuniones y bodas, y más entierros de los que querría recordar, y experimentos caseros con mi hermana como ayudante. Teleféricos, submarinos, un cohete impulsado por muelles que se cruzó con la tercera ley de Newton, veleros que naufragaban al tocar el agua, aviones que no volaban, etcétera, y aquel 005 tampoco recorrió un centímetro. El motor no producía suficiente par, las ruedas deslizaban, un completo sindiós ingenieril, vamos...

Mi hermano mayor se reía de mis intentos con aquel taco de madera, seguro que lo he contado, inconsciente de que Newey también comenzó haciendo maquetas y que yo, dentro de mis limitadas posibilidades, he terminado siendo un Ringmaster.

En fin, me he levantado pronto porque, digamos, no hemos pasado buena noche, y he decidido matar el rato en ese erial de inteligencia en que ha convertido Twitter Elon Musk. Y estaban allí, apoyados en la barra de un bar, los chiquillos que en 2018 pretendían comerse el mundo y prometían ser diferentes, congelados ahora con el Farias en la mano y un carajillo de sol y sombra en la otra, sentenciando, como hacen con la F1, sobre una realidad que ni han vivido, ni han explorado ni han cotizado, pero tan seguros de sus propias verdades que he terminado bloqueando a tres o cuatro por no tener que cruzarme más con ellos.

Pensarán que el block es consecuencia de que soy alonsista. Da lo mismo. Siguen abonados a la verdad aunque duela, al equidistante si hay que decirlo se dice, aunque, para mí, todo ha consistido en un vulgar pero satisfactorio que os aguante vuestro padre, que igual el pobre no tiene culpa de nada y se lamenta ahora de haber traído al mundo uno de esos bonitos mermados que no dan para más, literal y figuradamente.

El caso es que el sabio nos dejó dicho que en el lado opuesto de nosotros habita el niño que fuimos, y yo sé dónde sigue estando el zagalillo y lo que le debe a haberse aficionado tan pronto a esto de los monoplazas de colores dando vueltas a un circuito. Otros, se ve, no han tenido tanta suerte.

Os leo.

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