Parece que Dios se conjura contra los periodistas. Cuando ya teníamos guión para este otoño, ha llegado Max para recordarnos por qué es tricampeón del Mundo, y por qué es inusualmente humillante que la FIA no lo trate siquiera como a Lewis Hamilton, cuando su lengua va tan rápida como su coche.
Los de mi edad recordamos a Lucky Luke, el vaquero que disparaba más rápido que su sombra. Sus archienemigos eran los Dalton, los hermanos Bob, Grat, Bill y Emmett, que jamás se salían con la suya, al estilo del Coyote en El Correcaminos...
Vale, sí, sólo ha sido la Sprint del Gran Premio de Estados Unidos, pero ha estado bonito por lo del Altísimo conjurándose contra el periodismo de línea recta y flechita, por lo de Max, obviamente, porque Carlos ha estado supremo y porque Lando ha acusado el golpe aunque se ha repuesto para terminar tercero con Charles soplándole el cogote. De momento Verstappen ya ha dicho cu-cú, versión antigua del moderno Ola ke ase, así que esperaremos acontecimientos y luego os cuento.
Os leo.
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