Por fin nos vemos con una carrera después de, no sé, ¡tanto tiempo!
Antesala de Austin y calentando motores, y el caso es que desde este próximo fin de semana hasta que termine todo en Yas Marina no vislumbro trazados que resulten dulces a las cualidades del FW46. En las citas que quedan va a ser necesaria mucha finura aerodinámica, de la que carece el monoplaza británico, y calibrar muy bien dónde y cómo se invierten los kilómetros que les quedan a las unidades de potencia, ya que son seis pruebas completas y tres Sprints.
Hace no mucho solicitaba, al aire, como de costumbre, que al pibe lo fogueen de lo lindo y se dejen de decorarlo con algodones, aunque no tengo muy claro si el público y sus fans, por supuesto los entendidos que se han jugado lo que no tienen a la casilla del argentino, están preparados para disfrutar de un Colapinto gestor de recursos y posibilidades, que va a tener en la protección de la mecánica y el chasis unas de sus principales preocupaciones cuando se introduzca en el habitáculo.
Williams no está para pirotecnias y nuestro protagonista seguramente ya se ha adaptado a este entorno, básicamente porque es chico listo que se deja aconsejar y recibe instrucciones para cumplirlas, así que, en sentido estricto, la prueba de estrés a la que aludo en el título, va, más que por él, por los que pueden implosionar si las cosas son menos electrizantes que hasta ahora a partir del paso del Circo por el Circuito de las Américas.
Os leo.
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