The machine

No me encandila el chaval, bien lo sabéis, pero toca hablar un poco de él, siquiera por recordar cómo tocó el botón equivocado en Malasia; cómo empitonó por la espalda al R28 de Fernando en Bahrein; cómo su estrategia la estableció Bridgestone (fabricante de gomas) en Turquía; cómo ganó por los pelos en Mónaco, al ser cancelada la carrera por esceso de tiempo (llevaba un neumático pinchado); cómo se empotró contra Kimi Raikkonen en el pit lane de Canadá; cómo volvió a cagarla en Francia, donde fue penalizado; cómo le dejo pasar su compañero en Alemania; cómo volvió a pinchar en Hungría; cómo la lió en Spa; cómo naufragó por castigar las ruedas en Monza; o cómo ha vuelto a hacer lo mismo en Singapur.

11 carreras para el olvido de 15 celebradas. Buen saldo para el piloto que tiene más posibilidades de convertirse en campeón en una temporada para tirar directamente a la basura.

Si a eso sumamos cómo prometió hacer 15 podios consecutivos al finalizar el G.P. de Bahrein; lo exaltado de su comportamiento en las últimas vueltas del G.P. de Gran Bretaña; el asunto de las pelotas en el G.P. de Spa; o cómo se despachó con Glock y Webber en el G.P. de Monza, obtenemos el cuadro perfecto para enmarcar a un perfecto capullo, nunca para hacerlo con un campeón del mundo.

¿Por qué no disfruto con él, si es muy bueno (en serio que me lo parece)? No lo sé, y tengo que admitir que a veces me lo pregunto. Resulta sobresaliente en calificación a pesar de que le hayan puesto liebre, como el año pasado —hay que reconocerle el mérito de que con un vistazo sea capaz de captar lo imprescindible y ponerlo en práctica—. Cuando sale desde la pole resulta soberbio, y aunque no quita nada hacerlo, pues para eso se gana esa bendita posición (ahí está Vettel y su logro en Monza), lo malo viene cuando emerge desde detrás, pues pierde aliento, se pone nervioso o la lía directamente, bien sea por precipitación o por excesivo desgaste de suelas, lo que viene a ser lo mismo.

Pocas veces he visto tanto ímpetu y tanta voracidad sobre el asfalto, tengo que admitirlo, pero también tengo que afirmar que jamás había visto tanta oportunidad desperdiciada por exceso de empeño.

Haciendo caso al Nano, quien dice llevarse bien con el británico, me reitero en lo que dije al poco de iniciar este blog: Lewis Hamilton es uno de los pilotos con mayor proyección del actual panorama deportivo de la más alta competicion, pero está resultando un completo desperdicio, y eso, a pesar de que este año se corone como campeón mundial, lo que me lleva a barruntar sobre que si por fin no lo consigue (Montezemolo ha dicho hoy mismo que en Ferrari todos a muerte con mi Felipe), la de este año puede ser su última oportunidad.

Y traigo a colación este sunto porque tengo un amigo, Gerardo, quien me dijo hace tiempo que la única posibilidad que tenía Alonso de llegar a Ferrari pasaba porque Lewis Hamilton (permitidme que hoy me deje del habitual hijo de) ganara este triste campeonato, y mal que me pese empiezo a valorar como posible lo que en mayo me parecía un despropósito, porque Lewis, el año pasado, supo sacar lo peor que llevaba nuestro ovetense dentro, y éste, ha destapado a la peor Ferrari de los últimos 20 años.

Mirémoslo como queramos, pero ése sí que es un logro que no está al alcance de cualquiera, y ante el cual hay que descubrirse.