Robert Kubica, alto, desgarbado y feuchón, apenas entra en el cockpit de su BMW, y dicen los que le conocen bien que tiene un corazón que no le cabe en el cuerpo, lo que nos pone ante la evidencia de que su buen carácter, sentido del humor, y su democrático cariño (no se le conocen enemistades), tienen que viajar apretaditos en trailer, de circuito en circuito.
Lo traigo hoy a este humilde lugar por dos razones. La primera porque se lo debía. Le hice una entrada con idéntico título a cuenta de su merecidísimo triunfo en Canadá que por alguna razón no encontró hueco para ser publicada, ya que es uno de los pilotos que más me fascinan por su delicadeza al volante, cuestión que me trae muy buenos recuerdos pues su forma de hacer evoca a la de Jean Alesi, hombre con el que comparte, también, una bien ganada fama de afable y buen colega que se prolonga más allá del paddock y los trazados. Y la segunda, porque sus logros rara vez encuentran el eco que se merecen, y no me refiero a lo que ocurrió ayer en Monza, donde la realización televisiva prolongó el seguimiento de las hazañas vertiginosas del hijo de Anthony Hamilton más allá de lo razonable. No, me refiero a cosas que siendo evidentes ni siquiera se resaltan.
Bien es cierto que venden más el británico, sus interminables fanfarronadas, cualquiera de los avatares que rodean a la todopoderosa Ferrari y sus pies de barro hasta 2011, o incluso cualquier bobada que ponga a Fernando Alonso en boca de todos; pero si ayer elegía al polaco en mi crónica personal de lo ocurrido en Monza, no era por llevar la contraria, ni siquiera por ocultar los numerosos méritos que adornan al titular del vehículo número 22, sino porque al término de la carrera me vinieron a la mente unas declaraciones suyas que habían sido vertidas hacía apenas unos días, y que sin embargo no habían alcanzado rango de noticia entre tanto barullo como el montado a cuenta de la renovación de Kimi.
El de Cracovia había dicho este pasado jueves: «Honestamente, tengo ese sentimiento de que quizá sea el único estúpido o loco que está pensando [en BMW] en luchar por el campeonato esta temporada», y ayer certificaba sus opciones, asentándose en un tercer lugar provisional del mundial con acceso directo a la cabeza, de la que le separan sólo 14 puntos, con 4 carreras por delante.
Y el caso es que este moderno Don Quijote que exterioriza su locura cuan Caballero de la Triste Figura, tiene posibilidades, pues sus antagonistas son lo más mediocre que ha dado la década.
Kimi Raikkonen, cuarto en disputa, siempre puede poner una vela y esperar a que los demás se retiren para que le caiga el título del cielo (creo que lo está pensando). Técnicamente no cuenta, pero visto lo visto este año, yo no lo descartaría hasta pasado Japón, por si las moscas. Mi Felipe, segundo en liza, se ha vuelto conservador (retiro mi justificación sobre su pobre actuación en Spa), y si no siéndolo ya era bastante insufrible en según qué casos, lo de ayer clama al cielo, porque delata que es perfectamente capaz de ir sumando a poquitos con tal de arriesgar lo justo. Técnicamente está muy bien colocado, pero hasta yo empiezo a dudar de que sepa hacerlo. Y el hijo de Anthony Hamilton, el líder, vuelve a los caminos ya transitados, y pierde fuelle, o pincha, o desgasta en exceso los neumáticos, cuando menos falta le hace demostrar que tiene pelotas. Técnicamente es quien más opciones tiene, pero como ya le vimos el año pasado dilapidar toda su ventaja en apenas dos carreras, y en éste la ha cagado soberanamente en los momentos menos adecuados, como que me siento incapaz de valorar correctamente su futuro inmediato.
Dicho esto, de los cuatro, Kimi, Robert, Felipe y el vástago de Anthony Hamilton, el polaco es el único que parece tener la cabeza en su sitio y saber lo que lleva entre manos, lo que a poco que le sonría la suerte puede suponerle la posibilidad de dar un vuelco a la clasificación, porque entre otras cosas va montado en un BMW y lleva a Heidfeld detrás, que no es que esté pasando por uno de sus mejores momentos, pero sí que sabe hacer de gregario y tiene redaños suficientes como para no dejarse pasar.
5 comentarios:
Ójala, ganase este mundial R. Kubica. Aplaudiría de alegría hasta con las orejas.
Mi satisfación como aficionado desbordaría con creces la mucha que sentí al cierre de la pasada temporada.
PD. (No siempre obtiene el nº 1 quien más lo merece).
A mi me gustaría que ganara Kubica pero lo veo poco probable. El mundial está muy abierto porque quedan muchos puntos en juego y hay muy poca distancia entre los aspirantes.
Kubica es un gran piloto, sin duda alguna. Y como Vettel ha crecido poco a poco sin estridencias. Aun le recuardo cuando corria (y arrasaba) para Epsilon Euskadi en las WS. Por cierto que le podia haber tenido Renault entonces como TD pero no le quiso...
Pero ultimemente esta mal aconsejado en sus declaraciones, con declaraciones en contra del equipo.Por que aunque justificadamente o no, eso puede hacerle mucho daño a Robert.
Aun asi es grande, y como Alonso con España, está levantando en su pais la afición por este deporte. Eso es muy meritorio.
Si no gana el mundial pues no pasa nada, pero realmente es que no esta lejos, y los "primeras espadas" siguen queriendo complicarse la vida. Es más, las últimas carreras son propicias para las sorpresas, y mas si como se prevee en 3 de 4 de ellas posiblemente llueva.
Pues Kubica no está tan lejos del líder... son 14 puntos en 4 carreras. El año pasado Kimi estaba más lejos del Podios y por la necedad de Ron y su banda, fue campeón.
Como veo que Ron, el Podios y compañía no aprenden y ven menos que gatos de escayola, están obsesionados con Kimi y Massa y no están pendientes de Kubica, que, como dirían en atletismo, está corriendo en negativo, y les puede sorprender cuando menos se lo esperen.
No olvidemos que el Podios es especialista en pifiarla, este año no le ayudan los comisarios de carrera y tiene cuatro carreras para liarla.
El otro día decía que el Podios se equivoca de enemigo, en referencia a que el peligroso es Massa... No sé ahora si el peligro de verdad no será Kubica. Mientras el niñato siga impresionado y deslumbrado por el color rojo y los Cavallinos, el azul y blanco de BMW (que es menos llamativo) va a pasarle desapercibido, y tal vez cuando quiera darse cuenta, Kubica ya esté por delante de él. Por eso pienso que el polaco debe estar calladito, ser discreto y que se le vea lo menos posible; es la mejor forma de sorprender al Podios.
Un saludo.
Hola a todos ;)
Kubica es mi debilidad después de Fernando y también le recuerdo con el Epsilon Euzkadi ;)
Sinceramente creo que tiene pocas posibilidades, pero me parecía de recibo reconocérselas en público en mitad de tanto rollo como el que hay montado alrededor de Alonso y Ferrari. Vale un huevo y la yema del otro, y harían bien en tenerle en cuenta.
Un abrazo
Jose
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