Hermoso «hijoputilla»

Qué frágil es la memoria humana. El hijo de Anthony Hamilton, quien el año pasado salvó los trastos con matrícula de honor en fair play, tras poner a nuestro ogro asturiano a los pies de los caballos con la ayuda de la prensa inglesa y parte de la alemana, y con la connivencia complaciente y expresa de la española, trata de revalidar méritos. El muchacho sonríente, con cara de no haber roto un plato, intenta otra vez ganarse a la franja más lela del respetable (¡que no se me ofenda nadie!) haciendo alarde de esa visión mesiánica que lo convierte en el centro del mundo.

La temporada pasada, no contento con impedir que un piloto de la solidez de Pedro Martínez de la Rosa ocupara el puesto de piloto oficial que se merece desde hace años, casi destroza la carrera de Fernando Alonso machacándolo con la ayuda de McLaren y obligándolo a salir de la escudería para ponerse a barbecho. Éste, tras arruinar la trayectoria de Heikki Kovalainen convirtiéndolo en su liebre y gregario, lleva tiempo tratando de apear del trono a Kimi Raikkonen de la única manera que sabe…

Lo que son las cosas, hace unos días, aquí mismo, un amigo me confesaba que tenía la intuición de que en el accidente del pit lane de Canadá, el británico se empotró contra el finlandés de forma expresa. Yo mismo le daba la razón porque el asunto de las casualidades que rodean a este tipo ya cantan. Sin embargo, en mi personal visión de lo ocurrido en Spa, me dejaba llevar en mi análisis por el aura candorosa que rodea al personaje y le acusé de alocado, incluso de idiota, por su ataque desaforado a Kimi, pero tras sus declaraciones de ayer en que decía que «Raikkonen no tiene pelotas», he descubierto lo incauto que fui.

Por tanto, permitidme que me quite el sombrero ante este soberbio hijoputilla con cara angelical, y que a partir de ahora no le conceda ni un céntimo más de crédito.

Si el año pasado denunció sin éxito a su equipo en Mónaco, y obteniendo réditos en Hungría; si en Bahrein y Estados Unidos cambió de trayectoria en más ocasiones de las permitidas para impedir ser pasado por Alonso; si en este último Gran Premio cerró peligrosamente al mencionado contra el muro de Indianápolis; si en Canadá, durante la salida sólo tuvo ojos y exceso de celo en la maniobra defensiva para con el otro McLaren; si en Monza, tras apostarse es la salida de manera un tanto extraña, atacaba a Massa por donde no se debe, buscando la escapatoria a través la Variante di Rettifilo y casi llevándose a Fernando por delante en su reincorporación; si en Spa intentó sacarlo por las bravas al abordar Le Source; si en Fuji sus devaneos ilegales tras el Safety Car originaron que Webber y Vettel se la dieran; si en China destrozó los neumáticos… Y si este año, como el pasado en Brasil, tuvo problemas con los botones de su volante; si en Bahrein se comió la trasera de Alonso; si en Canadá arruinó las posibilidades de Raikkonen y las suyas por no ver un semáforo; si en Francia atacó como un novato a quien se puso por delante, tragándose una chicane, por lo que fue penalizado con un drive-through; si ha pinchado en dos ocasiones (Mónaco sin consecuencias, y Hungría con ellas), evitando una tercera por la intercesión de Bridgestone en Turquía (de haber ocurrido, habría sido la segunda vez en dos años en el mismo circuito); si en Hockenheim necesitó que Heikki se apartara… permitidme también que no pueda verlo como un gran piloto y que me hierva la sangre cuando algún memo lo compara con Senna por arrojo y destreza.

A Senna nunca lo tuvieron que sacar con una grúa por naufragar estrepitosamente bajo la lluvia (Nurburgring, 2007). A Senna nunca se le habría ocurrido complicar una victoria por jugar a la ruleta rusa en las últimas vueltas, y menos contando con una ventaja de 1 minuto sobre su inmediato perseguidor (Silverstone, 2008). Y mal que les pese a algunos, al peor Senna (que también lo hubo) jamás se le habría pasado por la cabeza arriesgar un campeonato por sacar de la pista a un piloto a quien aventajaba en 11 puntos en la general.

Y es que me temo que es en este tercer punto de discrepancia con el paulista donde reside la razón oculta del hasta ayer incomprensible ataque del británico a Kimi, porque con el tiempo de recuperación por vuelta que ofrecía el McLaren sobre el Ferrari, habría bastado esperar unos segundos más para ponerse a su rebufo y adelantarlo sin mayores complicaciones en una zona menos peligrosa y donde el coche número 22 llevaba clara ventaja por agarre y comportamiento en asfalto mojado: la recta de Kemmel, o cualquier recta o curva amplia posterior… Haciéndolo en la chicane cerrada de Bus Stop, el hijo de Anthony Hamilton sólo buscaba una cosa: sacar al finlandés de la pista por pelotas.

El chaval puede ganar el campeonato, no hay duda (otra cosa es que sepa hacerlo), pero de lo que estoy seguro es de que no va reparar en gastos para conseguirlo, y no me refiero sólo al aspecto deportivo.

Para terminar, no he querido sustraerme a traer hasta aquí una frase entresacada de sus declaraciones de ayer: «Y yo sé que soy grande en esas condiciones.»

Sin comentarios.