La encomiable labor realizada por Brackley y la prensa anglosajona, con la connivencia de una FIA que se hace más prescindible cada día que pasa, ha logrado que una parte interesante de la masa aficionada mire de reojo los títulos conseguidos por Max Verstappen la temporada pasada y ésta, y el Mundial de Constructores obtenido el domingo por su escudería.
Tiene mérito, a lo de afear tanto el brillo ajeno me refiero...
Lejos de este idílico paisaje que acabo de dibujar en el párrafo anterior, imagino que serán Wolff y los suyos los que andarán de fiesta porque bastaba una afición totalmente idiotizada, una prensa que dio la espalda al periodismo hace décadas, y un poquito de sobreactuar ante las cámaras o los micrófonos, para que la victoria de Red Bull haya pasado a ser fruto de la felonía y las artimañas, no como las de Mercedes AMG, que siempre jugó limpio.
Os leo.
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