Con salto de numeración incluida —secuencialmente tocaba la denominación C40, que se ha reservado para el año que viene—, la propuesta de Alfa Romeo para esta temporada supone un reset, toda vez que se espera un notable aumento de caballos en la unidad de potencia Ferrari, de forma en el C41 tratará de restañar la herida abierta con el tratamiento de las gomas durante 2019, que no pudo resolver el C39 de 2020 porque la FIA vino a ver a Ferrari y se notó mucho la falta de empuje, y calor, después del famoso pacto secreto firmado entre la italiana y la Federación.
En consecuencia, y limitación de tokens mediante, tenemos una clara repetición de apuesta que hace que, salvo en el esquema de la decoración, el C41 se parezca tanto al C39 [Desde el sofá (Alfa Romeo)].
Kimi Raikkonen y Antonio Giovinazzi están hechos al material y, si éste responde, es arrogable que luzcan como se merecen a lo largo y ancho de la campaña. Pero intuyo nubarrones en este idílico paisaje, faltaría más.
El primero de ellos estriba en el frente económico, y es que tanto parecido entre C41 y C39 también puede significar que Alfa Romeo no tenga previsto estirar su proyecto más allá del verano con la intención de centrarse pronto en el vehículo de 2022. El segundo está en la fiabilidad del propulsor, que mal que queramos se estrena, por decirlo así. Y el tercero consiste en el nivel de respuesta que ofrecerá Hinwil ante el hipotético asalto a la octava plaza por parte de Grove que he dibujado hace unas horas [Buena mano (Williams)].
En principio diría que puede sufrir mucho para mantener la posición que firmó en 2020 (8ª), ya que, el diseño, tal y como está definido ahora, admite pocas evoluciones de calado y escaso margen de maniobra. Pero bueno, estamos en marzo y es hora de ser optimistas, aunque sea con permiso de Williams.
Os leo.
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