No me voy a andar por las ramas: en cuanto vi las primeras imágenes del RB16B me sentí un poco plof —creo que se lo comenté a un buen amigo—. A Adrian Newey le van los espacios abiertos donde experimentar, y esto de prolongar el chasis una temporada más y andar con tokens se ve que no le ha supuesto ningún aliciente extra, y ello contando con que el Mago de Milton Keynes haya intervenido en el diseño del RB16B más allá de dar el OK.
Antes de que os hagáis alguna pregunta impertinente, os diré que este continuismo exacerbado puede estar en la base del buen comportamiento que está mostrando el cacharro austriaco en Sakhir. Los demás arriesgan, algo, mucho, tú sigues erre que erre, y eres precisamente tú quien gana la mano por haber arriesgado poco o nada...
Hay novedades pero no son exquisitas. La zaga está muy bien trabajada pero sus volúmenes exteriores avisan de que la unidad de potencia Honda sigue necesitando mucho espacio alrededor para no asfixiarse, o churruscarse. En consecuencia, con este interés de preservar que la UP nipona no se queme o rompa, el conjunto del vehículo adopta soluciones parciales que afectan al morro, fundamentalmente, pero que no son rotundas ni innovadoras en sentido estricto, y esto es lo que más he echado de menos.
Y bien, por aquello de quitar el mal sabor de boca a este texto, admitamos que Red Bull firma con el RB16B una apuesta ganadora, pero a su manera. Checo sólo ha firmado por un año, lo que ya supone un indicativo, por otro lado se calma a Jos Verstappen aprovechando las debilidades iniciales de Mercedes AMG y la duda que supone Ferrari, se firma un buen estreno de campaña, y cuando los lobos aprieten a partir de verano, siempre será buen momento para enarbolar la bandera de la esperanza y centrarse en el proyecto de 2022, objetivo prioritario del RB16B: sobrevivir.
Os leo.
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